No es lo mismo calmarse que distraerse

Un tema clave para la salud mental. Uno puede necesitar calmarse o distraerse, según la situación, contexto, dolencia, hora del día, etc. Pero saber la diferencia es esencial para ser más asertivos con nosotros mismos.

Calmarse tiene que ver con relajar el sistema nervioso. Con bajar la respiración, el ritmo cardíaco, los estímulos externos y los ruidos. El cerebro tiene que entender que se tiene que calmar y así mandar las señales correspondientes a todo el cuerpo.

Podemos focalizarnos en relajar los músculos de pies a cabeza, haciendo un escáner corporal. Tomar conciencia de la postura de nuestra espalda, cuello, brazos y encontrar la posición correcta o la más cómoda.

Calmarse también se relaciona con atender a los 5 sentidos: con música relajante o meditaciones; acariciando algo suave o masajeando nuestras manos por ejemplo; tomando un té calentito; oliendo un perfume rico o un sahumerio; mirando la naturaleza o el cielo; caminando o simplemente cerrando los ojos. La sensación final es de paz y tranquilidad. De haber logrado cierta armonía.

El nivel de concentración debe ser alto para poder focalizar en nosotros mismos. Requiere de un esfuerzo lograr la mente atenta a algo puntual dentro nuestro. De esto es de lo que se ocupa el mindfulness: la atención plena en el cuerpo y en el presente. De esta manera miramos de frente el problema o lo que nos aqueja y tratamos de gestionar ese momento. Buscamos darle una respuesta. Titulamos a esta nota: No es lo mismo calmarse que distraerse

Distraerse, en cambio, tiene que ver con pasar a otra actividad, cambiar el foco de atención a algo divertido, placentero.

Como puede ser poner una serie, empezar a cocinar, estar en tiktok o Instagram o llamar a algún amigo/a. No implica silencio, sino todo lo contrario, es buscar otros estímulos que llamen más mi atención.

El nivel de concentración es el justo y necesario para leer, escuchar o mirar lo que estamos haciendo. No requiere de un esfuerzo extra ya que la mente sigue activa y atenta a estímulos de nuestro entorno. La sensación final sigue siendo de activación. Se busca que el mal momento pase rápido y olvidarnos o dejarlo de lado.

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Distraernos de una situación puede funcionar en algunas circunstancias. No es algo malo. Pero definitivamente no debemos confundir ambos términos porque nos llevan a estados físicos y emocionales totalmente distintos. Por ejemplo, frente a un estado de ansiedad claramente lo mejor es que podamos calmarnos. En cambio, después de haber estado horas estudiando o trabajando sentados en una silla, puede ser que necesitemos distraernos y estar más activos.

¿Habías pensado en ésta diferencia? ¿Podes reconocer cuándo necesitas calmarte y cuándo distraerte?

La clave está en registrar lo que te pide el cuerpo y la mente. ¿Más estímulos o silencio? ¿Activarte o relajarte?

Lic. Florencia Pérez Pandolfo

Psicóloga Sistémica

florencia.perezpandolfo@gmail.com

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2 comentarios sobre «No es lo mismo calmarse que distraerse»

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