Hoy: ¿Cómo comunicarme con mi hijo adolescente?
“Cambiemos nuestras conversaciones y cambiara nuestra vida”, esta frase del gran Humberto Maturana no lleva a reflexionar diferentes propuestas. Pensar en la importancia de nuestro decir. El poder de las palabras, su fuerza, su impacto y las cuestiones que nos revelan. Titulamos a esta nota: ¿Cómo comunicarme con mi hijo adolescente?
¿Pero qué pasa cuando los resultados no se alcanzan, después de haber conversado una y otra vez? ¿Qué pasa cuando ya se agotaron las conversaciones internas?
En una conversación, el 90% del tiempo, por lo general, se utiliza para describir la situación o el problema.
¿Y cómo se hace habitualmente?
Pensando que se responde antes de escuchar activamente, con la queja, el reclamo, la justificación, y/o culpando a los otros sin hacerse responsable del decir.
Ahora bien, ¿Se puede utilizar el tiempo de otra manera?
Por supuesto, somos seres pensantes (y emocionales) por ende nos podemos dar cuenta de qué tipo de lenguaje estamos usando, podemos reflexionarlo, podemos planificar nuestro discurso, usar herramientas de mediación o negociación y así un sin fin de recursos
El puntapié inicial, es hacernos dos preguntas cuando los resultados comunicacionales no llegan…
1. ¿QUÉ QUIERO QUE PASE? (nos conecta con lo que quiero, con la visión o con aquella situación ideal)
2. ¿QUÉ PUEDO HACER? (para lograr lo que deseo, mi objetivo)
De todos modos, existen algunos consejos o sugerencias que pueden colaborar a mejorar la comunicación con los más jóvenes:
- Negociar y generar acuerdos
Punto crucial de esta etapa, es la negociación de normas y pautas dentro del seno familiar. La negociación nos brinda la oportunidad de generar diálogos nuevos, abre las vías de la comunicación y todo lo que se desprende como consecuencias de esta. Porque les da un papel de adulto dentro de la familia. Y un estatus que ellos anhelan. Además, como padres, negociar y escuchar otros puntos de vista, hace aceptar cierta madurez y un conocimiento completo de todos los integrantes
- Prestar atención al mensaje, el tono y la actitud con la que se expresa
En ocasiones, los padres tienden a ofrecer una visión demasiado realista y hacen mucho hincapié en los peligros y puntos negativos de determinada situación. Esta actitud no ayuda, ni en la relación ni en la comunicación, al contrario.
Se debe intentar empatizar poniéndose en el lugar del adolescente. Y pensar en lo tedioso que puede ser llegar emocionadísimo, con un plan genial para el fin de semana y que el interlocutor, comparta sólo temores sobre cómo pueden producirse los acontecimientos.
Se puede decir lo mismo con un mensaje positivo, compartiendo su entusiasmo y con una actitud de entendimiento y apoyo.
- Dejar de lado suposiciones
Con frecuencia, los padres sacan propias conclusiones y luego reaccionan en base a ellas. Se realizan suposiciones de cómo actuarán y reaccionarán los hijos. No se tiene en cuenta que se encuentran en constante cambio y creando su nueva identidad. Entonces, aunque a cualquier edad es necesario no presuponer y preguntar, en la adolescencia, se hace imprescindible.
No es fácil abandonar ese rol de padre que conoce perfectamente a su niño, ya que son muchos los años que se lleva ejerciéndolo. Aunque, inevitablemente, hay que dejar paso al chico que crece y que nos va a sorprender con cada una de sus actuaciones.
- Aprender a gestionar las críticas
Cuando alguien critique, es importante preguntar para comprender y re chequear lo que quiere transmitir la otra persona. Luego, reflexionar y auto preguntarse si existe algo que se pueda mejorar. Por ejemplo: “mamá, nunca escuchas”. En este caso, en lugar de entrar en debate, hay que detenerse y preguntarse si tiene razón.
Lo importante, en este caso, será reflexionar y plantearse qué parte hay de verdad.
¡Manos a la obra! ¡A conversar con los jóvenes de la casa!
Karina Madroñal
Coach Ontológico Profesional