Hablemos del estrés

Hablemos del estrés (1era parte)

Solamente pensar en esta palabra ya nos altera. En realidad tiene mala prensa, pero es necesario. Es el sistema de alarma que activa a todo el cuerpo frente a una amenaza. Es muy útil para nuestra supervivencia. El problema no es el estrés. Titulamos a esta nota:

El problema es el distrés o estrés negativo. Que el cuerpo se prepare para defenderse es bueno, pero no que perciba todo como una amenaza y se mantenga en permanente estado de alerta. Eso desgasta, cansa, agota y sobre todo enferma.

La forma de salvaguardia ante amenazas de nuestro cuerpo esta comandada por el sistema nervioso simpático, que nos prepara para la lucha o la huida (aunque también a veces paraliza).

Para eso algunos órganos trabajan con mucha intensidad mientras otros se aquietan por demás. Por ejemplo: el corazón bombeada sangre a un ritmo mucho más intenso para abastecer a los músculos y que estos puedan accionar para pelear o escapar. La tiroides, que es una de las glándulas que regula muchísimas funciones, también se acelera o se lentifica y todos los sistemas modifican su ritmo natural, produciendo un desorden generalizado.

Entre los sistemas que declinan su funcionamiento el primero es el reproductor. ¿Qué especie, biológicamente hablando, buscaría reproducirse en un ambiente inseguro y hostil? Entonces los recursos que, en una situación sin riesgos, el cuerpo utilizaría en este sistema, lo deriva a otros más necesarios para preservarse.

Todo ese descalabro produce consecuencias: hipertensión, problemas cardíacos, hipo o hipertiroidismo. También insomnio, ansiedad, ataques de pánico, úlceras, otros problemas digestivos, aumento o descenso de peso, deterioro cognitivo, falta de concentración, pérdida de memoria, menopausias prematuras con todo lo que implica, y ¡¡PUFF!! Una pérdida total de la homeostasis, es decir, del estado de equilibrio necesario para que el cuerpo trabaje bien.

Las cuestiones que lo disparan son de orden psicológico y socio ambiental, pero impactan en todo el organismo, atacando las zonas más vulnerables de cada quién. Presiones laborales, situaciones familiares conflictivas (violencia, abusos, etc.), duelos no resueltos, problemas económicos, entre otros. Por eso es tan importante reaccionar y modificar conductas apenas percibimos los primeros indicadores.

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La forma de recuperar el equilibrio homeostático perdido, es activando el sistema nervioso parasimpático, que es el que nos regresa a la calma.

Sin embargo no es tan sencillo como encender o apagar un interruptor de luz. Los estragos que deja el distrés o el estrés negativo requieren de tiempo para revertirlos y sobretodo de cambios de hábitos.

A veces llegamos tarde y nos queda algún déficit que solo se resuelve con ayuda de medicación. No obstante, transformar los modos de hacer que nos llevaron a ese lugar, es fundamental para lograr una vida más plena.

En la 2da parte, te paso algunos tips.

Lic. Laura Arguiz

Mindfulness – Gestión Emocional

Lic. en Psicopedagogía

Lic. y Prof. en Educación

Fuente imagen: https://www.psicologia-online.com/

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