Hoy: Inteligencia emocional en niños
La inteligencia emocional en niños no se desarrolla de la noche a la mañana. Igual que la motricidad fina, las habilidades cognitivas y sus talentos. Es un proceso que requiere apoyo incondicional, así como el ambiente adecuado. Titulamos a esta nota: Inteligencia emocional en niños
Los pequeños apenas están aprendiendo a descubrir el mundo, tanto el interno como el externo. Los niños y las emociones se relacionan de una manera muy especial que a veces los adultos olvidamos, dando por sentado que, al igual que nosotros, saben cómo controlarlas.
En los niños, las emociones constan de dos grandes aspectos: la sensación subjetiva y la manifestación objetiva. Es decir, lo que están experimentando internamente, a lo que muchas veces aún no saben ponerle nombre, y la actitud o acciones que toman en consecuencia
De acuerdo con Julie Gottman, los niños que aprenden un buen manejo de sus emociones desde pequeños:
Tienen periodos más largos de atención sostenida y dedicación en una tarea.
Son menos susceptibles al estrés.
Pueden resolver por su cuenta conflictos con niños de la misma edad o menores.
Tienen mejor autoestima.
Son más cooperativos y empáticos con los demás.
Tienen más probabilidades de convertirse en líderes.
Tienden a cuidar a los demás.
Muestran menos problemas de conducta en la adolescencia.
La manera de acompañar a un niño en el manejo de emociones, a nuestro criterio, seria la siguiente:
Reconocerlas: Esto quiere decir, expresar en palabras que nos damos cuenta como se siente el niño, y ayudarle a poner nombre a esas emociones que quizá todavía no entiende.
Validarlas: hacerle ver que es perfectamente normal que a veces experimentemos emociones negativas y/o positivas complejas en determinadas situaciones. Al mismo tiempo, sirve para recordarle que los sobresaltos emocionales son transitorios y que estamos allí para acompañarlos en el proceso.
Contenerlas: cuando la expresión de las emociones es demasiado intensa o contraproducente, antes de comenzar a inspeccionarlas es importante contenerlas, ya sea mediante un abrazo, un “tiempo fuera” o alguna otra estrategia no agresiva.
Inspeccionarlas: profundizar en lo que el niño está sintiendo y por qué. El niño debe poder generar un modelo de causa-efecto que le ayude a ganar control sobre la situación y a determinar si la forma en que se está expresando es o no adecuada.
Moldearlas: mediante estrategias de retroalimentación o feedback para volver más manejable la experiencia subjetiva, y cognitivo-conductuales para adaptar la expresión objetiva de forma más asertiva.
Como en cualquier aprendizaje el acompañamiento y la comprensión son fundamentales
Es muy importante que los padres y los docentes comprendan que manejar las emociones no significa:
Evitarlas
Minimizarlas
Reprimirlas
Ignorarlas
Juzgarlas
Las emociones reprimidas generan más ansiedad, frustración, enojo y angustia en nuestros pequeños.
¿No les ha pasado escuchar “no te enojes” o “no llores”?
Carolina Penjerek
Fuente imagen: https://www.redem.org/por-que-es-tan-importante-incluir-la-educacion-emocional-en-las-aulas/
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