¿Dudás al tomar una decisión?

Hoy: ¿Dudás al tomar una decisión?

Recordá cuando fue la última vez que dudaste antes de hacer algo. Seguramente fue hace unos segundos o un rato nada más. Titulamos a esta nota: ¿Dudás al tomar una decisión?

Porque todo el tiempo tomamos y ejecutamos decisiones. Y muchas de ellas se encuentran empañadas por la duda: ¿estaré haciendo bien? ¿será por acá? ¿es esto lo más conveniente? ¿compro esto o esto otro? ¿me pongo sandalias o zapatillas?, etc.

La realidad nos muestra infinitas opciones y alternativas, diferentes caminos. Frente a esa realidad es imposible no dudar y, consecuentemente, no decidir, ya sea por acción o por omisión.

La duda y la decisión van de la mano, son partes de un mismo todo, son complementarias. Una sigue a la otra y resultan partes esenciales de un proceso de resolución de situaciones.

Dudamos y decidimos. En forma constante y muchas veces inconsciente, resolvemos dudas y tomamos decisiones.

Ahora bien, suele pasar que, a veces, la duda no nos permite tomar la decisión adecuada, nos deja en un estado de pasividad, de quietud, paralizados. Se asocia con el miedo y ambos conforman un equipo difícil de destruir.

Generalmente la duda se dispara por un factor externo, por un hecho o situación que oficia de detonante. Puede ser la posibilidad de un cambio de trabajo, una separación, una enfermedad, un viaje, etc. Una situación que nos saca de la comodidad de lo cotidiano, de la zona de confort. Cuando esto sucede, responsabilizamos a ese hecho externo de nuestra duda, pero la verdadera causa es el antagonismo que se da en nuestro interior, las contradicciones que se generan en nosotros, la capacidad o la incapacidad que tenemos para elegir un camino u otro.

Así somos. Una parte de nosotros quiere una cosa y otra parte, otra. Y en este juego de tener que elegir con cual quedarnos, nos obliga a evaluar opciones, a discernir, a pensar. Todo un proceso de aprendizaje, de crecimiento y de transformación personal.

¿Y qué tenés que aprender? A integrar la duda.

¿Cómo? Aceptándola. Convirtiéndote en un buen evaluador de la situación, discriminando sus componentes, permitiéndote escuchar tus propios argumentos internos. Formando tu propio criterio, comprobando si las opciones que se te presentan ante esa situación son importantes, son trascendentes.

Ahora bien, ¿Qué más tenés que aprender?

A confiar en que decidas lo que decidas será la mejor decisión que puedas tomar, sin culparte ni castigarte si no se da lo que querías. Siempre podés tomar una nueva decisión.

Así mismo, Aprender a dudar es aprender a decidir.

Además decimos que no hay decisiones “buenas o malas”, “correctas o incorrectas”.

La decisión que tomes debés hacerla desde tu sabiduría personal, desde tu amor propio.

Para finalizar, recordá siempre que el poder de tener la vida que querés está en tus manos.

Aprovechalo.

Si te animás, puedo acompañarte en el proceso.

De tal modo que, no te postergues más, elegí tomar una decisión poderosa, la que te lleve a ese lugar donde estás soñando estar. Hacete cargo de tu vida, sos el responsable de tus decisiones y de tus acciones. No esperes más.

¡TU TIEMPO ES HOY!

Lic. en Servicio Social – Coach Ontológico Profesional – Docente – Escritora

www.mariaeugeniaguerrini.com

info@mariaeugeniaguerrini.com

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