Compartir en familia

Hoy: Compartir en familia

¿A qué nos referimos cuando hablamos de compartir?, Porque antes de comenzar, es importante dejar en claro algunos conceptos así, todos nos entendemos. Titulamos a esta nota: Compartir en familia

Según la RAE, compartir significa: “repartir, dar algo entre partes; participar de algo”. Qué importante es saber de qué estamos hablando. Porque la verdad, compartir es un concepto que damos por hecho, que ejercitamos sin pensar. Y sin embargo, tiene un trasfondo interesante. Ponemos en común aquello que somos como personas únicas e irrepetibles.

“Compartir en familia” es una noción que, imperiosamente tiene la necesidad de ponerse de “moda” y a todos nos haría muy bien que lo incorporemos como hábito.

Pero ¿Por qué decimos esto?

Hoy tenemos una realidad que no colabora y, hasta a veces, atenta contra esto que queremos establecer. Es sabido que estamos llenos de obligaciones, responsabilidades y compromisos y, justamente, lo que escasea es el tiempo para compartir juntos en familia.

Sin embargo, ¡qué importante es compartir en familia!

Desde la orientación familiar (*) decimos que la familia es la institución natural donde los seres humanos nacemos, nos desarrollamos, crecemos y morimos.

La familia, es el ámbito por excelencia donde somos (o deberíamos ser) reconocidos, valorados, respetados y queridos incondicionalmente solo por el propio hecho de “ser una persona única e irrepetible”. Es el lugar más apropiado donde descubrimos nuestra identidad y misión personal en el mundo. Allí, deberíamos poder desplegar todas nuestras potencialidades sin temor a ser criticados ni juzgados.

En el interior de la familia nos mostramos tal como somos, compartimos las alegrías y las tristezas, lo bueno y lo malo. Buscamos ese consejo, esos brazos disponibles para abrazarnos o dar esos abrazos. Entonces, es fácil entender la razón por la cual creemos que ahí, en las familias, es dónde encontramos el espacio ideal para vivir cada una de nuestras experiencias.

Siempre junto a todos los integrantes, pero sin perder nuestra propia individualidad; el respeto por el propio ser, por la intimidad y por la singularidad de cada uno estará siempre presente.

Todo esto, ¿no nos hace sentir únicos, inconfundibles e irrepetibles a pesar de las circunstancias? Pensemos…

Salimos de casa corriendo a la mañana temprano preocupados por todo lo que tenemos que hacer; o llegamos muchas veces tarde y cansados, luego de un largo día laboral o de estudio y de otras tantas actividades.

Por eso, es lógico que nos falten esas ganas y el preciado tiempo para estar todos juntos compartiendo nuestro día.

¿Cuántas veces realmente estamos presentes en el aquí y el ahora durante el desayuno o la cena familiar?

En este mensaje no hay retos, ni sermones, ni nada por el estilo, solo reflexiones para poder vivir mejor. Por lo tanto, pensemos juntos.

En este aspecto, es imprescindible que nos resulte agradable a todos los miembros. Quizás, al principio será un poco forzado. Pero si realmente nos sentimos aceptados y amados por lo que somos, es muy probable que rápidamente se pase de la obligación al deseo de querer pasar ese momento juntos.

Muchas veces, nos conformamos y nos autoconvencemos de que lo correcto es compartir rápidamente la cena en familia, ya que “un ratito es suficiente, mientras sea de calidad”. Sin embargo, es indispensable la calidad, pero también, la cantidad. Es preciso compartir momentos de calidad y de cantidad.

Otro tema muy actual y preocupante es el abuso de las TIC; los dispositivos móviles sobreabundan en variedad de formas y tamaños. Es casi imposible despegarnos de ellos y, como es esperado, nos acompañan en cada segundo. Creo que como padres es nuestra responsabilidad marcar cuál es el camino correcto. El mensaje debería ser claro y directo: “no utilizaremos celulares mientras estemos en reunión familiar”.

Pero no dejemos pasar esta oportunidad y gran desafío que tenemos como padres, como primeros y principales educadores de nuestros hijos.

No olvidemos que somos el ejemplo que ellos siguen para formarse como personas para, posteriormente, replicarlo en un futuro con sus propios hijos.

Para finalizar decimos que una familia está conformada por varias personas. Cada una con sus particularidades, pero todos comparten, o aspiran a compartir, su singularidad, sus propias riquezas para enriquecer a toda esa familia.

Y ¿Por qué hacemos hincapié en esto?… porque creemos, ni más ni menos, que: ¡vale la pena!

Fabiana Evangelina Russo

Lic. En orientación familiar

Fuente imagen: El Mundo y Hacer Familia

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