El conflicto: una oportunidad de aprender juntos

Desde temprana edad, los niños aprenden por imitación, absorbiendo valores, comportamientos y actitudes que presencian en su entorno. Esto nos compromete a estar atentos y conscientes, observando lo que sembramos en ellos: ¿Qué semillas cultivarán una actitud atenta hacia sus propias necesidades y también empática hacia las de los demás?. Titulamos a esta nota: El conflicto: una oportunidad de aprender juntos.

Ante desafíos en la educación socioemocional, compartimos algunos recursos:

1. En lugar de intentar “corregir” o catalogar algo como “indeseable“, sugerimos redireccionarlo, no para frenarlo o suprimirlo, sino para darle curso. Al mismo tiempo, preguntarnos por qué sucede lo que sucede, o qué más pudo haber causado la dificultad.

2. Es probable que las expresiones de niños que se enfrentan nos hablen de algo más. Nuestra mirada podría incluir, por ejemplo, su contexto: ¿Cómo es la familia?, ¿Qué situaciones atraviesan sus padres o cuidadores?, ¿Qué piensan, qué sienten y qué valores traen? Estas preguntas tal vez no tengan respuestas inmediatas, y aun así, nos pueden guiar a descubrir, incluso a través de una sensación, o detrás de esas manifestaciones, algo que a simple vista no vemos.

3. Evitemos categorizar a los niños como “malos” o “buenos“. Invitamos a ver más allá de sus expresiones, sin quedarnos sólo con lo que a nosotros nos agrada o desagrada.

4. Ante un conflicto, adentrarnos junto con los niños en eso que les está pasando, permite conciliar. Es doloroso para un niño sentirse excluido de un juego, o de pronto recibir un empujón. Podemos acompañar a desarticular la situación acercándonos físicamente. O bajando a su altura, en contacto con ambos, y mediar tal vez con una mirada de asombro ante lo que pasa. Como también con preguntas simples que den lugar a lo que sucede, sin tomar partido ni enjuiciar, trayendo así un nuevo foco de atención.

5. Pedir a los niños que se disculpen por lo que han hecho puede darnos tranquilidad (a los adultos). ¿Es posible construir juntos algo en lo que todos puedan involucrarse creativamente, generando un acercamiento más genuino? Por ejemplo, entre dos chicos que pelean, podemos invitar a uno de ellos a expresar cómo se siente cuando el otro hace algo que no le gusta. Al mismo tiempo, acompañamos al otro a escuchar activamente y recibir lo que se dice, con palabras como: “¿Sabías cómo se sintió él cuando hiciste eso? Yo no lo sabía …”

6. Un comportamiento amoroso a veces no es el que imaginamos: la necesidad de conexión afectiva puede expresarse a través de una mordida, un empujón, un pellizco. A veces la búsqueda de contacto no puede regularse. Y allí es donde podemos intervenir, ofreciendo acciones o palabras reparadoras que validen lo que observamos: “Veo que lo que hiciste le trajo enojo a tu amigo. Vamos a pensar juntos en algo que podamos ofrecerle para que se sienta mejor”.

Más sobre: El conflicto: una oportunidad de aprender juntos

Decimos que el conflicto puede abrir una posibilidad educativa porque aprendemos con la experiencia vivida cuando podemos integrar algo nuevo y creativo a partir de lo que sucede. Es una gran oportunidad para niños y adultos, para practicar en pequeñas cosas cotidianas, y así crecer juntos.

*Las reflexiones y sugerencias compartidas se realizan dentro de un marco pedagógico, y no desde una perspectiva terapéutica. Si nos querés compartir tu experiencia, podés escribirnos a @semillacorazontaller.

Taller Semilla Corazón

SECI®: Una práctica de transformación
Santa Rosa 2263, Florida, Vicente López
Buenos Aires, Argentina

+54 911 5157 9108
Ig/Fb @sistemaseci

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *