Aprendiendo a acompañar

Hoy: Aprendiendo a acompañar

Generar contextos que inspiren confianza, donde las niñas y los niños se sientan seguros, nos requiere poder aprender nuevos recursos y herramientas. O recordar recursos que conocemos y sabemos que funcionan. Para acompañar las situaciones que se van presentando en la vida cotidiana. Sean éstas sutiles o contundentes, hay algunos puntos de vista que pueden ayudarnos. Para poder determinar cómo serán las acciones o intervenciones lo primero es reconocer desde dónde miramos lo que sucede. Titulamos a esta nota: Aprendiendo a acompañar

  1. La observación como habilidad que requiere atención y práctica

Verlos a través de filtros (creencias, opiniones, suposiciones) colabora desde muy temprana edad en la construcción de ideas preconcebidas sobre sus posibilidades o necesidades (“es muy lento”, “no hace caso”, “siempre está de buen humor!”, “se las arregla sola o solo”).

Esto puede dejar afuera otras características o necesidades importantes.

Es posible practicar una nueva forma de mirar. ¿Cómo vamos a percibirlos? Reconociendo aquellas categorías o “etiquetas” tales como: bueno, malo, agresivo, inquieto, educado, perezoso. Para luego hacernos una segunda pregunta: ¿Qué más se está expresando en sus manifestaciones?

  1. Querer “corregir, evitar o solucionar”

Entrenar la observación de lo que necesitan de nosotros. ¿Cómo acompañar para contener ante situaciones conflictivas?

Dándonos lugar y tiempo para hacer con ellos, sin intentar controlar o resolver algo que nos trae enojo o desagrado. Es muy importante retener la necesidad de “solucionar”. Ellos necesitan poder transitar ese proceso para regularse. Un recurso puede ser estar en silencio y observar si realmente es prudente intervenir. O si es más beneficioso dar un espacio para que les suceda esa autorregulación y sorprendernos por lo que sucede en nosotros con lo que ellos traen.

Así como cuidamos y velamos por su bienestar, dando respaldo y apoyo ante situaciones difíciles o conflictivas, de la misma manera es necesario cuidar y compartir los momentos de fluidez y armonía. Estando cerca mientras se transita eso que sucede, valorando cada estado emocional como un proceso de aprendizaje.

Aprendiendo a acompañar
  1. ¡Somos equilibristas!

Somos los responsables de restablecer el equilibrio. Por ejemplo: Si hay tensión, poder darle lugar y direccionar hacia un contexto más seguro. Si hay tristeza, contener y acompañar, convocando también otras emociones que estén disponibles. Si hay enojo, dar un borde físicamente para que nadie resulte lastimado, y traer a la escena otros “ingredientes” que puedan tomar protagonismo. Tales como un trato amable, un gesto de cariño, el humor, el juego, un cambio de “foco”, incluso un silencio respetuoso.

Acompañar no necesariamente se trata de que haya sonrisas y carcajadas. Incluso éstas muchas veces pueden no ser signos de bienestar. Por eso, es importante convocarnos como adultos a acompañar desde un si interno y profundo a lo que se presenta, a lo que el niño expresa, y a lo que nos pasa con eso.

Si tenés inquietudes o preguntas acerca de lo que compartimos en esta nota podés escribirnos a @semillacorazontaller

Taller Semilla Corazón

SECI®: Una práctica de transformación
Santa Rosa 2263, Florida, Vicente López
Buenos Aires, Argentina

+54 911 5157 9108
Ig/Fb @sistemaseci

Fuente imagen: https://www.bebesymas.com/ https://www.univision.com/

También te puede interesar

Un comentario sobre «Aprendiendo a acompañar»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
Dejanos tu mensaje y/o consulta