Cuerpo y palabras

Sobre el cuerpo y las palabras

Recibo con frecuencia en mi consultoriol, pacientes que son mandados a terapia porque el entorno (familia, amigos, compañeros de trabajo o un médico) se los recomienda como favorable, ante padecimientos repetidos.

La persona que sufre no siempre detecta el condicionamiento psicológico en sus afecciones. Sino que le llama la atención a su entorno y entonces le sugieren acercarse a una consulta psicoterapéutica. Justamente porque sospechan que algo de lo emocional psicológico puede estar en juego.

Resfríos reiterados, trastornos digestivos, neuralgias, manchas en la piel sin razón medica conocida, entre otras, pueden ser expresiones físicas de un estrés emocional y psicológico. Que encuentra su descarga en el cuerpo, generando una irremediable mortificación corporal, que no siempre se puede mitigar con tratamientos farmacológicos.

La persona que padece estos problemas de salud, no siempre puede conectarlos con situaciones de orden emotivo. Para poderlas asociar a estos sufrimientos orgánicos. No está acostumbrada a pensar mucho en su malestar psíquico. Suele ser responsable con sus obligaciones. Y no le hace mucho lugar a pensar cómo se siente, que quiere, si está a gusto con su vida y con lo que afectivamente recibe de su entorno.

Sin embargo, una vez que aparece el reclamo físico, ante un problema de salud, se verá forzado a frenar. A reflexionar, si es que quiere encontrar algún alivio al padecimiento. Viendo que la medicina no tiene la solución profunda a sus cuestiones, ya que son de origen emocional, psicológico.

Es con la psicoterapia, por el camino de la palabra, de la mentalización, que habrá chances de hacer desaparecer el padecimiento físico. De cancelar, con el tiempo, la mortificación del cuerpo.

Se ira reconstruyendo y en algunos casos, armando una red de representaciones, de ideas, de pensamientos sobre las situaciones. Estos recuerdos son las que han originado y originan aun tanta tensión anímica que son capaces de dañar el cuerpo si no se pueden pensar, si no se pueden hablar.

Siempre que haya posibilidad de hablar y reflexionar (mentalizar), estamos más próximos de dar un curso sano a nuestras emociones, a nuestros padecimientos, angustias y frustraciones.

Se trata de un camino con dificultades, pero muy valioso, que trae alivio y nos acerca a nuestra verdad subjetiva.

Lic. Marian Renoulin

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