La salud que no miramos

Ser pediatra es mas que atender la salud física del niño.

Cuando una familia se presenta en el consultorio, la salud de ese niño se transforma en algo mas complejo que un examen físico, un conjunto de mediciones, signos, síntomas…. Y el esperado diagnóstico.

Con el paciente ingresa una historia que data mas que los años cronológicos de vida, y en numerosas oportunidades (por no decir casi en todas) la salud o la enfermedad del niño habla de dinámicas familiares, rutinas, creencias, sentimientos y emociones que se ponen en juego en la crianza.

Pero hablar acerca de la crianza respetuosa y su gran impacto en la salud física y emocional de los niños no intenta ser el objetivo de estas palabras, y contamos con innumerables artículos que por fortuna, nos informan acerca de la misma.

¿De que hablamos cuando nos referimos a “La salud que no miramos”?

La salud que no miramos tiene que ver con aquellas emociones y sentimientos con los que madres, padres, cuidadores cargamos en muchas ocasiones a diario, sin siquiera ser conscientes de ellos.

Tiene que ver con ser respetuosos con nuestros hijos al momento de dirigirnos a ellos, pero también pudiendo aceptar y gestionar lo que sucede en nuestro mundo interno. Es decir, siendo respetuosos con nosotros mismos.

Cuando las emociones que nos invaden son dañinas podríamos creer que afectan solo la salud física de quien las posee (ma/padres). Sin embargo los/las invito a dar un paso mas al pensar sobre la salud en la infancia, sobre todo cuando hablamos del primer septenio de vida.

El niño no solo se nutre de la madre cuando toma el pecho, ni se alimenta sólo de los alimentos que sus ma/padres le ofrezca.

Existe otro tipo de alimento al que podríamos llamar “energía vital”, y tiene que ver con esas emociones, sentimientos y pensamientos que generamos y que circulan constantemente a nuestro alrededor. Los niños son sensibles a esta energía vital, sobre todo los primeros 7 años de vida, y si nosotros como adultos no somos capaces de transmutar aquellas emociones dañinas éstas podrían impactar directamente en su salud física.

Ser conscientes de lo que sucede en nuestro mundo interno, utilizar las herramientas apropiadas para lograr transmutar pensamientos y sentimientos que nos injurian, es también un modo de salvaguardar la salud de los niños por la cual tanto velamos.

Pensando la salud en la niñez

Pensar en la salud en la niñez abarca aspectos inimaginables, sobrepasa los límites del cuerpo y se extiende hacia horizontes intangibles. Podríamos imaginarla como piezas de un rompecabezas, en la que cada pieza es una parte de cada integrante de la familia, y el resultado final es un todo conformado por todos.

La salud que no miramos es nuestra realidad interna, mas íntima, mas genuina… y a la cual muchas veces decidimos esquivar la mirada.

Los invito a reencontrarnos con ella, para pensar la salud de nuestros hijos como una responsabilidad colectiva no solo desde lo físico y tangible, sino también desde lo sutil e intangible.

Cecilia Verónica Basile

Médica pediatra 

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