Experiencias traumáticas en niños

Hoy: Experiencias traumáticas en niños

¿Qué es una vivencia traumática? Y ¿Qué determina que algunos seamos capaces de almacenar vivencias en forma de recuerdos y otros en forma de experiencias emocionalmente marcantes? Titulamos a esta nota: Experiencias traumáticas en niños

Un acontecimiento tiene un gran potencial para convertirse en memoria traumática cuando fue experimentado con temor, horror o desesperanza. Y donde la percepción del niño que la vive le indica que no cuenta con los recursos suficientes para hacerle frente a ese peligro, controlarlo o cambiarlo.

Por ende, todo esto se ve reforzado por la activación de signos físicos y neuropsicologicos que colocan al pequeño dentro de una plataforma emocional específica. Que todos conocemos comúnmente como miedo (cortisol y noradrenalina elevados, palpitaciones, sudoración, estrés, tensión muscular etc)

Lo que sucede es que estas sensaciones sentidas en el cuerpo del niño refuerzan su percepción de que la amenaza es un hecho real. Haciendo que el pequeño protagonista entre en una modalidad de emergencia dándole play a una respuesta automática de supervivencia (ataque/huida/paralización).

Este estado desajustado solo podrá ser regulado si intervienen otros neurotransmisores (acetilcolina y serotonina). Estas son sustancias que nos permiten entrar en fases de asimilación y metabolizacion respectivamente; y nos van a permitir disipar la percepción de amenaza.

¿Pero qué sucede si estas últimas fases no se llevan a cabo?

Pues el niño se queda atrapado en la fase de amenaza constante. Y como consecuencia comenzará a manifestar una serie síntomas propios del estrés crónico por la mala metabolizacion del acontecimiento.

¿Te estarás preguntando qué clase de vivencias podrían ser detonantes de este trastorno? ¿Y cómo nos podríamos dar cuenta de que un niño lo está viviendo?

La verdad existen muchas vivencias que pueden entrar en la categoría de traumáticas tanto para los niños como para los adultos.

Dentro de las más comunes se encuentran:

Guerras/ desastres naturales
Maltrato físico/ abuso/ abandono
Violencia presenciada, vivida, amenazada o temida
Ataques de animales
Accidentes

Experiencias traumáticas en niños

Por otro lado sabemos que hay varios signos que nos pueden indicar que un niño está viviendo estrés postraumático. De hecho nos sirven en la práctica psicológica para hacer un diagnóstico adecuado:

Algunos de ellos son los siguientes:
  • Revive constantemente el evento traumático a través de recuerdos, flashbacks, pesadillas, terrores nocturnos.
  • Evita insistentemente los estímulos asociados al trauma
  • Podría presentar ansiedad, estrés, irritabilidad, susceptibilidad emocional
  • Puede manifiestar hípervigilancia e hiperactivacion
  • Existe un bloqueo emocional
Ahora bien, es importante recalcar que no siempre tras una vivencia traumática cualquier niño está destinado a desarrollar un trastorno de estrés postraumatico.

Para consluir, sabemos que lo que en realidad determina que una experiencia de este tipo se viva con un desenlace positivo o no, es que el niño cuente con los recursos internos y externos para lograr la sobrecompensación.

Básicamente esto va a depender de 3 cosas:

1. Predisposición genética: aquí entran en juego detonantes neuropsicologicos que pueden estar presentes en El Niño por factores hereditarios (padres o familiares cercanos con antecedentes de trastornos emocionales, ansiedad, depresión, etc)
2. Habilidades de afrontamiento: están más relacionadas con los factores cognitivos que pueden poner al niño en alto riesgo. O por el contrario protegerlo de las amenazas externas. Una buena autoestima, un diálogo interior positivo. O el conocimiento de sus propios recursos, debilidades y fortalezas, autoconfianza, capacidad para resolver problemas, creatividad etc.
3. Un estado de seguridad global vital al momento de vivir la experiencia. Es decir, si el pequeño cuenta con un sistema global (entorno, familia, cuidadores, escuela, rutinas etc) enmarcado dentro de un estado emocional de seguridad. Esto le permitirá pasar más fácilmente de un estado emocional desajustado a otro más adaptativo. Donde la entrada de emociones reparadoras se le haga mucho más viable. Sirviendo como una especie de antídoto ante ese estado de inseguridad. De no ser así, es mucho más probable que el niño se quede enganchado en un estado emocional de amenaza constante.

En conclusión, es un tema que requiere mucha atención, seguiremos desarrollando más contenido sobre el mismo.

Adriana Peña Espinoza

Especialista en inteligencia emocional infantil

Especialista en neurología de la conducta

También te puede interesar

3 comentarios sobre «Experiencias traumáticas en niños»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
Dejanos tu mensaje