Escuchar o no escuchar, esa es la cuestión

Paula: Te dije que me trajeras la carpeta verde, la que está en el último cajón. Mario: Vos no me dijiste eso, me dijiste que cualquier carpeta estaba bien.Paula: ¿Cómo te voy a decir algo así?. Pasa que vos nunca me escuchas, siempre lo mismo. Mario: No es que yo no te escuche, es que vos no te expresas bien. Hoy: Escuchar o no escuchar, esa es la cuestión.

“Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que entiendes, existen numerosas posibilidades de no entenderse”.

Al margen del tono irónico del párrafo anterior (tomado de algún lugar de la web) convengamos en que escuchar no es tan fácil como parece. Cuantas veces hemos dicho: “Es que no me siento escuchado”, “En esta casa nadie me escucha”, “Yo hablo y pasa un tren”.

Y es que escuchar es más complejo de lo que parece. La verdadera escucha implica estar abierto a ser transformado por el otro. Escuchar es estar listo para dicha transformación, implica estar dispuesto a cambiar, a que algo se modifique, a desafiar creencias propias, a salir de la comodidad del pensamiento propio.

Escuchar de verdad significa validar al otro -porque es el escuchar lo que valida el hablar-

La escucha no tiene nada de pasiva, todo lo contrario. Necesitamos permanentemente interpretar lo que está siendo dicho.

Cuando estudiaba el tema por primera vez, recuerdo una afirmación que me había causado gran impacto. Decía así: “Una persona dice lo que dice para hacerse cargo de lo que la inquieta, enfocamos nuestra interpretación a la comprensión de dicha inquietud”.

Esta idea me fue muy reveladora.

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Empecé a pensar más en el para qué, que en el porqué: “¿Para qué esta persona me dice lo que me dice?” “¿Qué la mueve a hacerlo?” “¿Cuál es su motivación? ¿qué sustenta su decir?”

Ante mis ojos (y oídos) se abrió un nuevo camino. Uno muy apasionante. De pronto, empezar a “callarme” pasó a ser una apuesta interesante. Me di cuenta de la infinidad de veces en que, en cualquier conversación en la que me tocaba el papel de oyente, había estado más preparada a lo que iba a responder, replicar, opinar o sugerir, que a realmente estar atenta a lo que estaba siendo dicho.

¿Qué se me juega cuando no dispongo mi mente, mi cuerpo, mi ser entero, a la escucha plena? ¿Para qué no escucho? Particularmente, me encanta esta pregunta: ¿Para qué no escucho? Pienso que la escucha verdadera abre el camino a la propia vulnerabilidad. A un posible darse cuenta de que lo que creíamos o pensábamos cierto puede no ser tan así.

Y es que,cuando escuchamos bien, la reflexión se vuelve ineludible.

Hay bastante en juego. Y no siempre estamos dispuestos. A veces es más fácil quedarnos allí donde el pensamiento propio nos resguarda de vaya a saber qué.

Pero podemos aprender a escuchar. Con herramientas fáciles y a nuestro alcance. Empezando por el simple hecho de verificar lo que está siendo dicho. Evitar el cómodo dar por sentado.

En Coaching ontológico sugerimos “verificar la escucha”: “¿Qué significado tiene tal cosa para vos?”, “Qué querés decir específicamente, me podés dar un ejemplo?” o el simple “No entiendo”.

La indagación es vital en el proceso de escuchar, es la forma de establecer un flujo de comunicación claro desde el inicio y que, a mi entender, fortalece la confianza del orador, quien se siente escuchado, prestado atención.

Segundo eslabón de la cadena de la escucha: La inquietud.

¿Para qué el otro me dice lo que me dice? ¿qué es lo que lo lleva a decir lo que expresa? ¡Divina esencia de la escucha! Dejar de lado mi diálogo interno para realmente comprender el disparador que llevó al hablante a decir lo que me dice.

En el mundo del Coaching, los Coaches tenemos la obligación y el compromiso de saber escuchar. Nos entrenamos para escuchar activamente.

La escucha activa es una técnica que consiste en concentrarse plenamente en lo que dice el interlocutor. Comprender el mensaje que intenta transmitir y responder de una manera que demuestre comprensión. Para ello, además de prestar atención plena y de hacer claro nuestro entendimiento, debemos, a toda costa, evitar juzgar. Hacer suposiciones o emitir juicios sobre elmensaje del cliente destruyen la escucha activa.

En un mundo en el que tantos intentan hacerse oír o ser vistos, quizás el acto más revolucionario de todos sea, simplemente, el de escuchar.

Aquí estoy.Te escucho.

Mercedes Lagos

Coach Ontológico

pippa.lagos@gmail.com

Fuente imagen: https://depsicologia.com/

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