Empatía: En peligro de extinción

¿Por qué hablamos de la empatía en peligro de extinción?

Reflexionando sobre la empatia en peligro de extinción. Cuando era niña solía pasarme que al enterarme de algún hecho doloroso o traumático, no podía evitar angustiarme pensando en cómo se estaría sintiendo la persona que estaba atravesando por esa situación.

Recuerdo a mis padres preocupados por mi. Por verme a veces pensativa y aplacada, percibiendo que en mi interior algo se movía cuando me enteraba de que personas de mi entorno estaban viviendo ese tipo de situaciones.

Más tarde, con los años, comencé a darme cuenta que esa angustia que se generaba dentro mío cuando intentaba ponerme en el lugar de la persona que atravesaba un momento difícil de salud. Allí se disipaba de solo pensar que si fuera medica yo podría “solucionarlo” con mis conocimientos. Y ese pensamiento fue uno de los motores que me llevaron a elegir la medicina como profesión.

Ya de adulta ejerciendo la medicina, comprobé que ese mecanismo en el cual yo “jugaba” a ser por un instante la otra persona, se seguía presentando en mí. Y al escuchar a mis pacientes o a los padres de los niños que atendía podía (algunas veces más que otras) ponerme en sus zapatos y sentir momentáneamente lo que ellos sentían.

Paso más el tiempo y llego a mis oídos una profesión que traía implícito ese sentimiento que yo había estado gestando desde niña.

El Counseling me permitió conocer en profundidad el significado de la palabra empatía.

Y no solo es, también me dio herramientas para que ese sentir sea más genuino y más cercano a la experiencia del otro. Enseñándome también a no cargar con una angustia que no era mía.

Desde ese entonces intente llevar estas herramientas no solo al ámbito profesional sino a la vida misma, en todas sus aristas. A veces la Empatía se presenta con más fluidez y otras cuesta que aparezca, pero intento tenerla presente en la mayor parte de mi vida.

Sin embargo y en contraposición, por las mismas experiencias de la vida que voy transitando percibo que este sentimiento escasea y se vuelve cada vez más una piedra preciosa difícil de encontrar.

Desde el ámbito laboral, donde la hostilidad y el maltrato están a la orden del día. Y en el cual profesionales lejos de solidarizarse con sus colegas sólo ponen piedras en el camino. Afectando no sólo el bienestar dentro del área de trabajo sino también la calidad de atención a la comunidad.

Por otro lado como madre y como pediatra escucho cada vez más casos de hostigamiento y violencia entre niños. Esos que serán los futuros adultos que forjen su personalidad y desarrollan su conducta en base a la educación.

Cuando todo esto sucede a mí alrededor y no sólo como espectadora, sino también como protagonista, es cuando me pregunto si la empatía se encuentra en peligro de extinción. Sentimiento noble que todo ser humano.

La tierra fértil de la niñez está siendo contaminada por malos hábitos, desatención, abandono y silenciosa violencia en vez de ser regada por la compasión, la paciencia, la presencia y el amor. Quizás allí radica el principio de esta escasez de empatía. En la cual nuestros pies no son capaces de adaptarse a los zapatos del otro para usarlos solo un momento. Y saber cómo se siente ser ese “otro” que también siente, que también sufre, que también necesita ser amado y tenido en cuenta. Quizás la empatía es temida porque cuanto más me acerco a la experiencia del otro, más me acerco a mi propia experiencia y realidad. Y no se cuan preparados estamos para vernos sin mascaras… en carne viva.

Ser capaz de dejar de ser uno mismo para vivir un instante “como si” fuéramos la otra persona, puede representar uno de los más grandes desafíos que tengamos como seres humanos.

Intentemos transmitir con actos el concepto de esta piedra preciosa a esas tierras fértiles que construirán la sociedad futura. En nosotros los adultos está la responsabilidad y en ellos la esperanza de hacer realidad una humanidad más empática y benevolente.

Cecilia Basile

Médica Pediatra

Counselor