Duelo y Cuarentena

Siempre les cuento como inicio las notas y esta no será la excepción.

Estaba atendiendo, como casi todos los días y una paciente me dijo: “Estoy podrida de esta cuarentena del demonio” Ni una palabra más ni una menos. Eso bastó para hacerme pensar, para abrirme nuevos interrogantes sobre la situación actual que nos toca vivir.

Hoy en día es común escuchar que estamos cansados, agotados y con cierta fatiga mental tal como lo conceptualiza la neurología.

No obstante, esta frase venia enmarcada en un discurso donde la paciente citaba las perdidas ocasionadas por la pandemia. Asimismo otros pacientes manifestaron lo propio en función de las mismas y todo lo que la pandemia nos quitó, nos quita y por un tiempo más nos seguirá quitando. Perdidas que naturalizamos y a las que nos fuimos adaptando.

Estas perdidas de las que les hablo no son ni más ni menos que duelos que llevamos adelante, quizá hasta sin darnos cuenta pero que al pasar el tiempo (cinco meses) comienzan a dejar huellas.

Generalmente se suele relacionar un duelo con la perdida de algún ser querido, de un trabajo o de una relación y poco se vinculó el duelo con lo sucedido en la pandemia pero yo hoy los invito a que pensemos juntos sobre ello.

Aquel 19 de marzo nos enterábamos que ya no íbamos a poder ir a nuestro trabajo, el que podía iba a continuar trabajando desde casa, y el que no, no. Los chicos ya no iban a poder asistir al colegio, los mates con amigos sonaban como algo muy lejano, inclusive la cuarentena nos quitaba algo tan importante emocionalmente como juntarnos con un familiar.

De tener toda una rutina estructurada, organizada y programa a pasitos de haber iniciado el año a la nada. Se armaron campañas que nos prometieron que quedándonos en casa todo iba a estar bien porque se frenaban los contagios pero, a mi parecer, se nos escapó una parte muy importante de la salud y es la parte psíquica y el dolor que tantas perdidas ocasionan.

Para atravesar un duelo conceptualiza la literatura psicoanalítica que debemos atravesar cuatro etapas. Estas etapas no tienen un tiempo determinado y hasta me atrevería a decir que tampoco hay un orden sumamente especifico, cada cual hace lo que puede con lo que tiene les digo siempre a mis pacientes. Veremos que hay personas que recorrieron estos meses sin mayores dificultades, otros que se hundieron en la tristeza más profunda y hay muchos que se encuentran con síntomas de fatiga mental. “Estoy cansado, agotado”, “siento que no tengo más lugar para pensar” y eso se traduce a sintomatología física de la más variada como puede ser trastornos en el sueño entre otras.

Empecemos con las etapas de las que les hablaba y les propongo que se piensen, se identifiquen y empaticen con ustedes mismos sobre lo que les ha tocado vivir y cómo y también empaticen con los otros porque no hay dos dolores iguales, ni parecidos, cada cual hizo lo que pudo con la situación que le tocó vivir.

Las etapas que les vengo mencionando son: shock, enojo, angustia y luego aceptación. Hay quienes también mencionan una etapa de negociación que consiste en preguntarse que hubiera pasado si…. La etapa de shock casi todos la vivimos al mismo tiempo en este contexto. La vida nos sorprendió y nos quitó, sobre todo, la rutina que es lo más propio que tenemos, como mencioné anteriormente un día nos levantamos y ya nada de lo que solíamos hacer podíamos hacer.

Las etapas de enojo, angustia y aceptación son tal cual las definen sus propios nombres. Por ejemplo, sin dudas, la paciente que les cité está atravesando la de enojo. Cuando hablo de angustia me refiero a esos días en esta cuarentena que nada parece ser positivo, donde nos asecha el dolor más terrible y la persona solo puede vincularse con lo que se le ha quitado y no puede visualizar siquiera el motivo de ello.

En cambio la aceptación llegaría cuando podemos comenzar a entender de que se trata este proceso y el porqué.

Desde mi perspectiva cada uno las atravesó y las continua atravesando como puede y actualmente ya con el resto psíquico que le queda y con más preocupaciones a cuestas. Quizá algún familiar se enfermó o bien, la situación laboral no es la deseada. Por eso cabe destacar e invitarlos a pensar que cada una de estas etapas que les menciono se pueden vivenciar en diferentes situaciones y que pueden no ser contiguas.

En fin, todos estamos haciendo ya a estas alturas lo que podemos. Seguramente observen en algún allegado que podría hacer las cosas de otra manera que ustedes consideran mejor pero los convoco a ser empáticos. Todos estamos viviendo al menos un duelo y eso conlleva a que los estados de animo sean fluctuantes.

Para finalizar les vuelvo a mencionar esta frase tan corta pero tan infinita y los continuo convocando a reflexionar: cada uno hace lo que puede con lo que tiene.

Lic. Micaela García

Lic en psicología y psicopedagogia

 mg.consultoriopsi1@gmail.com

@lic.micaelagarcia

También te puede interesar

2 comentarios sobre «Duelo y Cuarentena»

  1. Excelente, totalmente representada desde otra visión profesional y de alguna manera acostumbrandonos a transcurrir con esto, que se hizo parte de la vida .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *