Docentes en el día a día

Docentes en el día a día

Habiendo comenzado las clases pueden aparecer situaciones de diverso orden y que serán miradas y abordadas desde el lugar que cada uno ocupe.

Puede verse desde los/as alumnos, desde los/as docentes, desde las familias, y posiblemente ocurra que cada uno vea cosas diferentes respecto de una misma situación. Justamente porque son personas distintas y además el rol que desempeñan es otro.

Y hoy quiero centrarme en los/as docentes. En muchos casos se les ve desorientados/as, angustiados/as, cansados/as. Porque evidentemente el camino que toca transitar es bastante complejo. Desde tener que intentar remontar los barriletes que la escuela a distancia derribó, hasta ser testigo de situaciones de carencias fundantes.

Desde ver alumnos/as a los que se les nota la falta de alimento, hasta quienes traen marcas que duelen y por los que hay que ejercer otras acciones.

¿Y cómo hacer?

Lo fundamental es poder mirar, sabiendo cuáles son los propios prejuicios e intentar manejarlos. Mirando a los alumnos como aquellos/as con quienes se sostendrá un vínculo muy especial, el vínculo educativo que va más allá de lo estrictamente académico. Que involucra todo lo propio de cada uno, desde la palabra, los sentires, los deseos.

Lo necesario es transmitirles a los alumnos/as nuestro “estar disponibles”, que se sientan esperados, escuchados, sostenidos.

Porque eso es un ida y vuelta, y todo lo que el docente da, vuelve de alguna manera, quizás no en el mismo momento, a veces pasan años, pero siempre vuelve.

Cada uno tendrá recuerdos de haber escuchado a quienes han crecido y les recuerden cosas que como docentes le trasmitieron, o que eligieron determinada carrera por la pasión que vieron en su docente.

Lo necesario podría ser comenzar o seguir haciendo cambios respecto de la perspectiva educativa para atender a las variantes y a las necesidades actuales.

Poder pensar en la diversidad, pensar cómo hacemos para escucharla, cómo hacer para atenderla. Ya que cada persona es única, cada alumno es único, cada docente es único. Cada uno tiene sus modos y tiempos de aprender y de enseñar, estilos propios. Entonces lo necesario es administrar todas las respuestas posibles.

Y es por eso, por lo que a pesar de todo lo complicado, lo doloroso, los docentes siempre sienten que se llevan algo, porque la respuesta de los alumnos, el reconocimiento, el agradecimiento suele superar lo malo del día.

Y no todo es negativo, siempre hay buenos momentos, risas, alegrías y si no aparecen hay que buscarlas porque pueden estar escondidas en alguna tímida carita.

Docentes: ¡A valorar y rescatar este hermoso y tan necesario “lugar en el mundo”!

Silvia Oballe

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