Vivir corriendo

“No había tiempo que perder: allá fue Alicia, como el viento, y llego a tiempo de oírle decir al conejo blanco mientras desaparecía por una esquina: “Por mis orejas y mis bigotes, que tarde se me está haciendo”.

Muchas veces me siento como el conejo blanco, pendiente constantemente del reloj, corriendo detrás de un tiempo que nunca alcanza, que siempre se escapa y que por otro lado cuando finalmente lo tengo, me estresa no saber muy bien qué hacer con él.

Es que tenemos una relación compleja con el tiempo.

Quien no se propone desde el inicio del día, “aprovechar al máximo” el tiempo. El tsunami de obligaciones y compromisos es tal que correr es la mejor opción para no terminar (literalmente) aplastada.

Y así, casi sin darnos cuenta, vivir corriendo, intentando ganarle al tiempo, se transforma en un modo de vida, donde muchas veces perdemos de vista que la “gloria” de poder con todo tiene un enorme costo: la vida misma.

Es en la velocidad donde nos desconectamos de nosotras mismas, de lo que hacemos y de quienes nos rodean. Estamos sin estar, hablamos y escuchamos distraídas, perdemos registro del propio cuerpo, de las emociones propias y ajenas, dejamos de ver a quienes y todo lo que nos rodean.

Te invito a detenerte un instante y preguntarte: ¿si esta es la vida que queres vivir?

Probablemente, no.

Entonces te invito a aminorar el paso, seguir moviéndote, pero en una velocidad que te permita mantenerte conectada y presente con vos, con lo que haces y con quienes te rodean.

Animarte a generar tiempos vacío de quehaceres, donde simplemente seas y sientas. Pasar por la experiencia de aburrirte y ver que descubrís detrás de ese aburrimiento. Como es volver a pasar el tiempo en compañía con vos misma.

Puede que te sorprenda lo amplio que se siente el tiempo presente.

Valeria Ormaechea

Psicologa

@puntodecalma