No sos vos, no soy yo. Es el octavo mes

Hoy: No sos vos, no soy yo. Es el octavo mes.

La conocida angustia del octavo mes consiste en una etapa donde el bebé comienza a diferenciarse y reconocerse como una persona individual y diferente a sus cuidadores. Titulamos a esta nota: No sos vos, no soy yo. Es el octavo mes.

El hecho de reconocerse como distinto a un otro puede generarles ansiedad y angustia requiriendo generalmente mayor contacto y presencia de sus figuras de apego.

Es importante enmarcar este momento dentro de lo que consideramos “Los segundos nueve meses” o exterogestación.

Cuando hablamos previamente del tema comentamos que a partir de investigaciones se comprobó que biológicamente los niños, luego del nacimiento, necesitan seguir manteniendo por un tiempo las mismas condiciones que tenían dentro del útero (comunicación, contacto, calor, alimentación). La cercanía en estos primeros meses de vida favorece a que el bebé regule el desarrollo de los sistemas que aún están inmaduros al nacer y fortalece el vínculo entre cuidadores y bebé.

Si tenemos en cuenta que atravesaron una gestación (con todo lo que implica ese vínculo) y luego entendemos que dentro de la exterogestación comienzan a distinguirse de un otro con el que estuvieron estrechamente unidos durante tanto tiempo, podemos interpretar mejor la causa de esa angustia. Es una instancia donde de algún modo se “corta el cordón” finalmente.

Es importante considerarlo como una etapa más y poder atravesar este momento con la mayor naturalidad posible. Cada recorrido es único pero es clave llevar una separación respetuosa y siempre desde la palabra poder llevar tranquilidad.

Algunos aspectos que pueden resultarte útiles en esta transición:

No te vayas a escondidas:

Siempre es mejor utilizar las palabras y anticiparle que te vas. Como aún no hay una conciencia del tiempo transcurrido podés expresarlo utilizando de referencia las rutinas o momentos de su día, por ejemplo “Cuando te despiertes de la siesta ya voy a estar acá”.

Me parece la sugerencia más importante. Pensar que de un momento a otro podés no estar más, genera mucha angustia e inseguridad. Se produce una desconfianza que puede ser obstáculo en esta etapa.

Juegos que pueden ayudar:

Es un gran momento para jugar a las escondidas de todo tipo (esconderse y buscarse, esconder cosas y encontrarlas, el clásico juego ¿dónde está?/ ¡acá está!)

Son dinámicas que colaboran con la noción de que por más de que no vean las cosas o personas de manera concreta, allí están.

Otros cuidadores:

Asegurarnos de que la persona que queda al cuidado del bebé en nuestra ausencia mantenga el mismo criterio que nosotros. Son piezas fundamentales y pueden ser una ayuda o un obstáculo de acuerdo a cómo manejen nuestras ausencias. Acompañar desde el cariño y la palabra tratando de no dramatizar el momento. “Vuelve cuando termines de almorzar” /“vamos a jugar y a divertirnos”.

Las rutinas:

Puede ser que durante este periodo se vea afectado el sueño. No es momento para incorporar hábitos nuevos, simplemente podemos mantener los hábitos adquiridos y ser pacientes en el proceso.

Ojo con volver hacia atrás en rutinas que ya no estaba realizando. Por ejemplo, si ya estaba durmiendo solo/a, volver a la cama de la familia no es aconsejable. Como todo, es una instancia pasajera y no es necesario compensar nada desde ese lugar.

Es bueno pensar que nosotros vamos a acompañarlos y hacerles saber que a pesar de no estar presentes físicamente estaremos siempre disponibles para para ellos.

Macarena Sabaté

Fuente imagen: Babysitio

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