Neurociencia y meditación

Neurociencia y meditación: una relación de amor

Desde hace unos 20 años a esta parte la neurociencia ha dedicado tiempo a estudiar los efectos de la meditación. Al principio solo en el cerebro. Así fue registrando como las personas que realizaban esta práctica con constancia y regularidad mejoraban sus funciones cognitivas. Tales como la atención, la concentración, la memoria, los procesos de aprendizaje. Titulamos a esta nota: Neurociencia y meditación

Pero también fue descubriendo como se modificaban otras funciones más vinculadas a la emoción. La meditación dejo de ser solo una práctica espiritual de religiones orientales, para llegar a occidente y transformarse en una herramienta formidable para regular el estrés y la ansiedad.

A medida que las investigaciones avanzaron, la neurociencia comenzó a abrirse paso en la relación entre cada parte del cerebro y su funcionalidad.

Y descubrió que algunas de estas zonas se mejoran notablemente con la práctica meditativa.

Entre estos grandes descubrimientos está el de la plasticidad neuronal, es decir que podemos modelar nuestro cerebro si nos lo proponemos.

También que la amígdala, ese órgano pequeñito del tamaño de una almendra, es la principal responsable de las reacciones emocionales, de esas cosas que “se hacemos sin pensar”. Y es tal cual, porque la amígdala percibe la amenaza y en lugar de avisar a la corteza cerebral (la encargada de regular nuestra conducta), toma un atajo y va derecho a la acción, metiéndonos habitualmente en más de un problema. Cuando se practica la meditación la amígdala se reduce, produciéndose una mejor regulación emocional.

La ciencia prospera a medida que surgen nuevas preguntas. Estas fueron suscitando la necesidad de empezar a observar como el cerebro se relaciona con el resto de los órganos y dio lugar a un cambio de mirada. Allí en donde el cerebro no es el único protagonista. En esta nueva etapa de  indagación  se está comprobando como  el corazón y el intestino influye en nuestros pensamientos. El tiempo nos dirá  acerca de los demás.

Entonces, cuando meditamos, estamos enfocando la atención a todo nuestro cuerpo.

Estamos dedicándonos un tiempo para observarnos sin juzgar. Un tiempo de autoconocimiento. A medida que menos nos juzgamos, más nos aceptamos y mejor nos tratamos. Somos más gentiles y amables con nuestros comportamientos, pensamientos y emociones. En definitiva, nos amamos más.

Cuando uno se ama, se acepta, se trata con benevolencia, de esa misma forma  se relaciona con los demás.

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Lic. Laura Arguiz

Mindfulness – Gestión Emocional

Lic. en Psicopedagogía

Lic. y Prof. en Educación

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