¿Cómo saber cuándo poner límites?

¿Aprender a poner límites?

Es un tema muy hablado en los últimos años con el auge de los conceptos de autoestima y autonomía. Si bien es algo que se sabe mucho, se complica en el día a día o en situaciones puntuales, ¿Cuándo ponemos el límite?, ¿Cómo saber si necesito poner un límite?. Titulamos a esta nota: ¿Cómo saber cuándo poner límites?

La idea de límite se evidencia más claramente a nivel físico, como una reja o paredón que divide lo privado de lo público. Es decir que delimita un espacio. Cuando este espacio es transgredido se evidencia la ruptura de éste límite.

Entonces el límite que se debe cuidar es el físico personal (espacio personal), de la emoción y del vínculo.

El espacio personal es entendido como la periferia que rodea el límite corporal. Entonces si alguien por alguna razón rompe con este espacio, y ya no nos sentimos cómodas/os, es necesario poder decirlo y poner un límite claro: “No me siento cómoda/o si te aproximas demasiado”, “No me hace sentir bien que hagas…”.

El límite de la emoción está sintonizada con la inteligencia emocional. Porque cuanto más podamos saber qué situaciones, qué acciones, qué acontecimientos, etc., son las que nos enfurecen o nos hace sentir mal, más podremos decir: “Ahora no quiero o no puedo hablar”, “Voy a confrontar la situación cuando las cosas estén más calmadas o cuando yo pueda controlar mis emociones y pensamientos”.

Con el límite al vínculo, me refiero a la relación que dos personas pueden tener, siendo pareja, hermanos, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc.

Existe un límite en cuanto a la autonomía de cada quien, por más confianza que podamos tener, siempre hay un borde que no se debe cruzar. Sea por peticiones, por acciones o por alguna cosa que suceda, en donde se pueda evidenciar que eso no corresponde.

Por ejemplo: en una relación de amistad, uno considera que puede tener la confianza para poder decir “de todo”, con tal de cuidar. Pero hay que tener ciertos recaudos de no decir cosas que estén fuera de lugar o que en esa ocasión no nos competa. En este caso el límite es necesario para no herir y no dañar un vínculo de amistad.

Son muchas las ocasiones en que dejamos que ciertas cosas pasen, porque tenemos miedo de que al decir que “no” podamos ofender o simplemente nos dejen de querer.

Más sobre: ¿Cómo saber cuándo poner límites?

Tenemos que saber que decir que no, es un acto de amor propio y también es un acto de amor para el prójimo. Ya que establecer límites claros nos permite una relación mucho más sana y suele evitar malentendidos o disputas innecesarias.

Cuando las cosas nos resultan confusas, poder reflexionar sobre lo que nos pasó, hablar con alguien o consultar con un profesional puede ser muy clarificador.

Lucia M. Cottet

Lic. en Psicología

lic.luciacottet@gmail.com

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
Dejanos tu consulta o mensaje