Somos historias

Soy Graciela Romero, tengo 37 años, mamá de Rocío de 14 años y compañera de vida de Gustavo hace ya 5 años, vivimos en Capital Federal ya hace un tiempo largo.

Hace ya mas de 10 años me capacité en Masoterapia, en varias de sus diversas técnicas, entre ellas, la que mas disfruto brindar es Tailandes.

El camino como masoterapeuta y mi elección por técnicas orientales me despertó el interés en tener una práctica para mí, tener un momento para recibir, ya que, mi trabajo es todo dar, a través de una clienta que es Instructora de Yoga Yengar, comencé a descubrir un camino terapéutico y sanador, que me resultó, en principio, supongo que a todos nos pasa, tener el anhelo en trascender físicamente posturas , pero con el tiempo, aprendes a reconciliarte con vos mismo, a respetar tu ritmo, escucharte respirar, y ablandas esa coraza que el mundo externo te obliga a usar y como un niño, o mejor dicho, con tu niño interior volves a construir un fuerte, un refugio, una casita, que es solo para vos, que con solo cerrar lo ojos y respirar profundo, podes acudir en cualquier momento, no hace falta mucho más, es simple y elevado también.

Y decidí hacer el instructorado de yoga, lo hice en un hermoso lugar, lleno de amor, llegué a él gracias a una ex compañera de trabajo, que siempre me transmitió tanto amor y paz, que no dudé en confiar en su orientación y así lo es hasta ahora, quien de ex compañera de trabajo, nos hicimos grandes amigas y hoy ella y su compañero son mis Gurus en Asthanga Yoga, no me imagino caminar sin ellos, sin su amor y devoción, su paciencia, su respeto, son mi familia.

Y luego de recibirme de Instructora, seguí decidida a especializarme en yoga terapéutico, restaurativo, ya que a eso me dedico, pero el Universo tenia algo diferente para mí, no había cupo para esa especialización, solo encontré lugar en la de yoga pre y postnatal, dudaba mucho, no estaba muy convencida, me presenté a la primer clase, nos presentamos, sentadas en círculo, mujeres de todas las profesiones, parteras, obstetras, instructoras en yoga, y ahí entendí, que hacía yo ahí.

Me sentí parte de un gran movimiento de mujeres, que cada vez es mas grande, que nos vuelve a posicionar mas seguras frente a nuestros derechos, sobre nuestros cuerpos, reconectar con nuestros mas sinceros deseos, sin mandatos externos, ser parte de un nuevo paradigma, del “parirás con dolor” a educar y reeducarnos en un parto humanizado, porque es desde ahí, que podremos detener la violencia obstétrica (v.o) cuando la haya, hacer valer la ley que nos ampara a tener un parto respetado( desde el año 20004 esta en vigencia la ley 25929 de parto humanizado), todas tenemos derecho a un parto respetuoso en sus tiempos biológicos, evitando prácticas invasivas y el suministro de medicación injustificada por parte del personal médico, para ejemplificar algo de muchos otros abusos.

Y en este camino, en el que me dejé llevar con confianza, llegué a recibirme de Doula y fue necesario re andar caminos de otra etapa de mi vida, mi propia gestación y mi parto. Soy mamá de una niña prematura , nació de 28 semanas, pasamos mucho tiempo en Neo, algún día hablaremos de esa experiencia mas en detalle, fue duro pasar por ahí, reconocer el enojo que seguía sintiendo por haber pasado por todo eso , por lo que pasó mi hija, porque nunca me cerró la respuesta de los obstetras ante mis preguntas de por qué, contestaban ” te tenía que pasar”, o la otra necia actitud que me obligaban a aceptar, es un “milagro” ( de hecho las enfermeras/os me pidieron que le ponga de segundo nombre a mi hija Milagros y así lo hice) , pero yo no lo cuento así, fuimos víctimas de violencia obstétrica, mi cuadro se podría haber evitado, decir que Rocío es un milagro, es romantizar el abandono de parte de mi obstetra, que hasta ahora jamás volvió a contactarme, es cargar en los hombros de mi hija una hipocresía que lleva  siglos de encubrimiento en el mundo, de contrario le transmito el valor a la vida, lo fuerte que una puede ser ante tanta hostilidad que a veces la vida te presenta, que cuando algo es injusto y cometen una negligencia contigo, lo que debes hacer es denunciar, pedir ayuda, pero jamás encubrir o conformarse con respuestas mágicas , que eso no es lo milagroso, milagro es ver cómo te repones día a día en Neo, su lucha por seguir viviendo, los enfermeros que festejaban junto a mí cada mejoría y secaban mis lágrimas cuando todo se ponía oscuro.

Junto a una hermosa tribu de Doulas, nos contamos nuestras experiencias, pusimos voces a nuestros silencios y gritamos dolores que nos obligaron a callar, nos abrazamos y nos comprometimos a no permitir nunca mas que una mujer se sienta o esté sola en su gestación, desinformada, insegura de la sabiduría de su cuerpo y sus cambios, creer que no es capaz de parir, que no es capaz de alimentar a su niño, abrazarlas y susurrarle al oído: no estas sola, tu cuerpo sabe parir, sos suficiente para tu hijo, no hay nadie mas perfecto que tú para traer al mundo a tu bebé y criarlo.

Y así me levanto tempranito todos los días, camino 25 cuadras al gym , entreno y vuelvo a despertar a Ro, desayunar juntas, Gus ya se fue a trabajar, antes paseó al perrito, me deja un mensajito deseándome un lindo día, comienzo a publicar en las redes mi trabajo, veo la agenda, armo la logística de horarios, direcciones, turnos, clases, pienso en el próximo taller, armar el bolso, guardar el mat, meter un lavarropas en la pasada, revisar rápidamente que falta en la heladera, salgo apurada, con gps listo, por si hay domicilio nuevo, subir al colectivo que me deje mas directo, mas tarde caen mensajitos de Ro, me avisa que llegó bien a la escuela, Gus en su almuerzo me habla para repartirnos tareas hogareñas, yo le aviso si se sumó mas trabajo , que quizás si llego temprano lo espero con mates, sino prepara la cena él. Y ya de noche vuelvo, casi siempre, Ro me espera llena de historias para contarme, Gus me ayuda a sacarme el bolso, me saca el mat de abajo del brazo, las bolsas de compritas que hice a la pasada, me dice que me bañe, que relaje, que ya se ocupó de la cena, que ya paseó al perrito, volvemos a prometernos dormir temprano, que mañana él entra antes al trabajo, Ro tiene doble jornada, yo tengo asthanga, y seguimos dando vueltas en la casa, hasta caer en la cama cansados, mirando la agenda de mañana, y recién ahí vuelvo a mi cuerpo, cierro los ojos, busco mi refugio, mi fuerte, la respiración se hace profunda, calma, me veo de niña, colgada de mi árbol favorito, el naranjo, siento su aroma, trepo cada vez mas alto, me desafío con acrobacias, veo el mundo del revés, me divierto y sigo subiendo hasta tocar el cielo y sumergirme en un sueño profundo.

Graciela Romero

graceromero993@gmail.com

@yoga_prenatal_masajes

15-5586-8201

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