¿Qué sucede cuando le damos el poder al otro?

Al principio puede llegar a parecerte insignificante, queriendo justificarte desde el lugar de no enfrentar a una persona, a una situación. Justificarte desde el lugar de no “gastar” energía en algo o alguien que no vale la pena. Cuando comienzas a permitir que el otro condicione tu vida, tus actos, tus pensamientos, estás ante la inminente situación de despersonalizarte. Titulamos esta nota: ¿Qué sucede cuando le damos el poder al otro?

Ceder el poder al otro nos ubica en la victimización, en ese estado de disconformidad continua, de tristeza absoluta, de parálisis actitudinal, no permitiendo que puedas avanzar ni un centímetro dentro del sombrío perímetro en el que te estás colocando.

La buena noticia es que, así como uno tiene el poder de entrar en ese estado, tiene la misma capacidad de salir.

Muchas veces sentirás enojo cuando alguien te diga esa afirmación, porque no puedes entender con qué liviandad lo expresan. Estás tan sumida en la desesperación, en el vacío, en esa paralizante hibernación emocional, que no logras ni puedes comprender que seas capaz de modificar tú misma tu vida y sigues marchitándote, esperando que cambie el afuera.
No está mal este planteo teniendo en cuenta que nos enseñaron a valorar más la opinión externa que la propia, cuando la exigencia mayor era agradar a todos para no ser rechazada. Cuando en realidad estabas suplantando o buscar amortizar el dolor del verdadero rechazo de origen: tu madre, tu padre, tu referente.
Sentir que siempre, todo lo que haces no es suficiente y seguir ejerciendo esta práctica y no trabajarlo, no sanarlo, derivará en este desesperante estado emocional. 

Con pequeñas grandes acciones y pensamientos puedes comenzar a cambiar tu vida, tu posición en la vida; y comenzar a recuperar y a vivenciar lo que te corresponde por derecho propio: tu amor propio incondicional.

Nadie más que tú, para ti mismo. Tu opinión sobre ti misma es lo absolutamente válido, el resto siempre opinará de acuerdo a sus juicios, su perspectiva, sus vivencias, sus dolores, sus sufrimientos.

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¿Cómo hacer para comenzar a fortalecer el amor propio incondicional, para empezar a valorar nuestra opinión personal? ¿Cómo volver a tener y ejercer el control y el poder sobre nuestras vidas?

Primero hay que lograr frenar el enjambre de pensamientos que nos revuelven el estómago, esos pensamientos que oscilan entre las culpas del pasado y las supuestas catástrofes del futuro. Tenemos que lograr concentrarnos en el momento presente.

Ejercicio:

Respira lentamente tres veces y trata de pensar en los números del 1 a 10 sin nada más, sólo los números; visualízalos. Si viene algún pensamiento agradece, déjalo ir y vuelve a comenzar el ejercicio hasta que lo logres, y lo vas a lograr. Sólo repítelo 2 o 3 veces al día, no te presiones y verás que luego de un tiempo tú misma volverás a buscar la tranquilidad que te genera este ejercicio cuando estás atravesando una situación que te altere o te perturbe.

A esta práctica, agregaremos un ejercicio de autoconvencimiento por repetición.

Con este ejercicio lograremos plasmar información nueva en el subconsciente.

La frase a repetir será: Me amo, me acepto, me valoro.

Escribe en tu cuaderno de luz esta frase 45 veces por 21 días seguidos, corridos. Es muy importante que le des esa continuidad al ejercicio.
Como te decía anteriormente, con estas prácticas amorosas lograrás reeducar a tu inconsciente. Cambiar las acciones para cambiar el mensaje que llevará a cambiar el resultado.

Eres tan poderosa como tú decidas serlo. Tú puedes con todo lo que te propongas.
Todo es cuestión de percepción: “el tigre, el león y la pantera son animales inofensivos; en cambio las gallinas, los gansos y los patos son animales altamente peligrosos, decía la lombriz a sus hijos”.

Mariana Poyo

Fragmento del libro Abrir para sanar

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