¿Se enseña a compartir?

El niño en un ser social, por naturaleza, entonces si lo pensamos desde este lugar las preocupaciones sobre cómo enseñar a un niño a compartir desaparecen . No hay que enseñar nada, porque compartir es un comportamiento natural innato un niño con un entorno que acompañó respetuosamente aprenderá a compartir, por una necesidad propia, la de pertenecer a un grupo social.

Ahora bien, ¿y a los adultos que nos pasa?

Evidentemente, cuando eres padre/madre y tu niño no quiere prestar su juguete a otro niño o por el contrario le saca algún objeto, la situación por nuestra parte es incómoda y como que   nos gusta en cierta medida que los demás vean lo bien educados y generosos que son nuestros hijos y no queremos “quedar mal” en público.

Por otro lado no faltan las famosas frases :

-“Préstale un ratito, no seas malo”.

-“Es que no tiene hermano, todavía no sabe compartir”.

-“Tiene hermano y esta celoso”.

-“Es que no va al jardín

-vos sos más grande.”

– vos sos “buenito”

Antes que nada, debemos entender las edades de los niños y niñas. Desde los 18 hasta los 3 años(y podría decir que un poco más)  están desarrollando su capacidad de empatía,  adquiriendo el concepto de pertenencia, tienen muy poca comprensión sobre los tiempo, y su concepto de reversibilidad de las acciones no está asentado (si lo dejo, todavía no entiendo que luego vuelve). Todos estas situaciones de “compartir” “prestar” lo entendemos en el mundo adulto.

Pero no sólo es cuestión de maduración, sino que depende del vínculo que tenga con ese niño, es decir, si lo conozco o no (y no, los niños no son amigos sólo porque estén en un parque juntos), depende del momento emocional, depende del objeto que pidas, depende de si lo está usando o no, depende del tiempo que lo quieras utilizar, etc.  

 Pensemos en esta situación, para así lograr empatizar con los niños. ¿qué pasaría si viene un extraño y nos pide las llaves del adulto para ir a dar una vuelta? ¿qué haríamos, se lo prestamos?, ¿cómo nos sentiríamos si encima un familiar cercano nos obliga a hacerlo?

o por el contrario es un amigo, te pide algo que es muy valioso para vos, pero no te dice cuando te lo va a devolver. Estoy segura que a ninguno nos gustaría que nos obligaran hacer algo que no queramos, entonces porque pretendemos hacerlo con los niños.

  NO obliguemos a los niños y niñas a compartir, dejemos de mirar lo que dicen los otros adultos, y miremos lo que le está pasando a nuestros hijos.

Acompañemos con respeto y amor.

Entonces ….

¿Podemos acompañarnos como padres y madres?

 Claro que sí, y es nuestra responsabilidad   acompañar.

Sabiendo que no existen recetas para este tipo de conflictos, les comparto algunas ideas, que solemos implementar.

  • Estar cerca para poder intervenir en los posibles conflictos y se pueda resolver la situación.
  •  Respetar la decisión del niño si no quiere prestar es el dueño/a del juguete. Recuerda que tú no tienes el derecho a decidir sobre sus pertenencias.

 – Acompañar sin juicio cuando el o la niño/a no quiere prestar su juguete.

-Mencionar(como medida anticipatoria) que quizás si él no presta,puede existir la posibilidad que los otros niños tampoco quieran prestar y se va a tener que respetar del mismo modo.

 Hablar y anticipar si surge el deseo de llevar algún un juguete a la plaza, la posibilidad de  haya niños que quieran usar su juguete. Y deberá enfrentarse a esa situación.

¿Y cuando el objeto es común entonces qué?

  • Permitimos que el niño que lo desee exprese su deseo al que está jugando, sin sacárselo de las manos.
  • Esperamos, muy importante dar tiempo a la situación
  • Observamos si el niño con el juguete pierde interés o si el niño sin juguete se reorienta hacia otro juego. Podemos ofrecer alternativas para uno u otro niño.
  • Si el conflicto persiste, podemos abrir un espacio de comunicación para que lleguen a un acuerdo sobre el uso del juguete donde ambos sientan justa la situación.

¿Y en caso de los hermanos?

Poner voz tanto al hermano menor como al mayor  y validar ambas emociones provocas por la situación. No se trata de buscar “culpables”, sino de poner palabra y ser guía al momento de resolver los posibles conflictos.  Siempre a través del diálogo, y buscando alternativas para seguir jugando.

Es muy importante en estos casos que no nos posicionamos hacia ninguno de los niños ni vayamos al rescate del más perjudicado, ya que esto genera muchísima rivalidad y competencia entre ellos y crea roles que pueden enquistarse de víctima y culpable y se carga automáticamente las relaciones horizontales y nos sitúa modelando la lucha del poder y no de la cooperación.

Es preferible no hacer de juez, usar el “nosotros”, hacer de traductor de mensajes y emociones (sin descargar nuestros juicios en ellos), acompañando y guiando en la búsqueda de ideas y soluciones, en lugar de buscar culpables.

El respeto mutuo, es primordial así que antes de dejarle a otro niño algo que es de nuestro hijo y que no nos pertenece, deberíamos preguntarle a nuestro hijo si quiere dejarlo, y respetar su decisión, sea su hermano o sea un desconocido.

¿Y a partir de los tres años?

Pero, a partir de los 3 años sí que podemos empezar a implementar otras estrategias, como trabajar las habilidades sociales. A través de juegos de rol,  el niño  trabaja  las habilidades sociales con los demás, en situaciones cotidianas concretas en las que sabe a la perfección qué hacer y qué se espera de él. 

En ese momento madurativo ya empiezan a tener capacidad para ponerse en la piel del otro y sentir cierta empatía para poder entrenarse socialmente.

Para concluir, no olvidemos que siempre, siempre, siempre debemos respetar la decisión del niño. Él tiene la última palabra.

 Es primordial revisar tus propios comportamientos. Somos sus  ejemplos.   

Habla con tu hijo o hija sobre la experiencia positiva que tuvo al compartir tiempo, juego u objetos con otra persona y no utilices el refuerzo positivo externo.

Noelia Utrera

Lic. En Psicopedagogía

@loscuentosjuegosdemama

Fuente imagen: scrappingparados.com

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