Permiso para parar

Llega fin de año y tu cuerpo y cabeza lo sienten. Las últimas semanas de diciembre tienen ese clima apocalíptico que nos tienen corriendo de acá para allá, donde todo es urgente e impostergable, porque el hechizo se rompe a las 0 horas del 1ero de enero.

Una de las dificultades de esta época es que la energía que contamos no es suficiente para todo lo que nos proponemos hacer. Vamos con la reserva y requiere estrategia decidir donde la queremos invertir.

Parar, hacer un alto, ir más despacio, no debería ser un lujo. Lamentablemente en los tiempos que corren, lo es y uno al que muy pocos nos creemos merecedores. Si, así es, no nos creemos merecedores!

Una vez una consultante me dijo: “Me da culpa estar sin hacer nada”.

Es que no tiene buena prensa descansar, no ser productivo. Eso es cosa de vagos.

En cambio, estar a “mil”, correr todo el día, eso está sobrevalorado. Terminar el día extenuado, pero con la agenda completa, eso sí es ser bueno!

Y, además, para parar nunca hay tiempo, (porque nos encargamos que no lo haya) y es mejor así, porque cuando lo hay nos toca la difícil tarea de darnos el permiso y es ahí donde la cosa se complica.

Se complica negociar ese permiso con la propia voz crítica interna, esa que nos repite a gritos o en susurros que nunca nada es suficiente y que podemos hacer y ser más, mejor y distinta.

Aprender a atender mis necesidades, cuidarme, tratarme con amor y respeto, no debería ser un lujo. Debería ser mi derecho.

Por eso te invito a revisar cuanto te estas atendiendo en esta loca carrera que es la vida.

Valeria Ormaechea

Lic. en Psicología

@puntodecalma

Fuente imagen: Diario: el día de la Plata

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *