Mamá y papá deciden separarse

Hay decisiones en la vida de las personas que son muy difíciles de asumir.

Una de esas tiene que ver con disolver una pareja, más allá de los motivos, siempre es movilizante.

Y sabemos que la situación se complica aún más, cuando existen niños de por medio.

¿Cómo hacemos para transmitirles a nuestros hijos que mamá y papá decidieron separarse?

Es una pregunta que suele llegar al consultorio, y con ella muchas dudas, confusiones, por supuesto, palabras cargadas de mucho dolor.

“No sabemos cómo decírselo, no queremos que se ponga triste”, “Pensábamos esperar un tiempo y decirle que papá se mudó con los abuelos para cuidarlos”.

“Prefiero que se lo diga el/ella, yo no quiero que me vea llorar”, y así muchas frases que transmiten lo complejo, angustiante, y hasta traumático que puede ser en algunos casos, contarles a nuestros hijos, la nueva realidad que tendremos que afrontar.

Cada familia tramita las pérdidas como puede, de acuerdo a las historias personales y familiares, e intenta afrontar las crisis cómo lo ha hecho en otros momentos.

La disolución de una pareja amorosa implica una situación critica que transitar.

Cuando esa pareja ha tenido hijos, conlleva el plus de que serán mas de dos personas las que asuman el desafío.

Es muy importante que mamá y papá sepan que, al momento de transmitir la noticia, el impacto en los niños dependerá de diferentes factores.

En primer lugar, la edad del pequeño y sus posibilidades de comprensión de la situación.

No es lo mismo la lectura que puede hacer un niño de 2 años y la que es capaz de realizar un niño de 12 años, por ejemplo.

Esto no significa que un niño de 2, no logre comprender qué pasa, lo hace a su manera y con sus recursos, por lo tanto, también hay que explicarle que está sucediendo. Las palabras que utilicemos serán claves para la tramitación de la situación.

Esto es, elegir siempre palabras sencillas y acordes a lo que sabemos que nuestro hijo podrá entender.

Los niños no se divorcian, muchas veces está en la fantasía de ellos, y estas se alimentan por la ausencia de alguno de los papas o por sentimientos de abandono, culpabilidad “si me porto mejor papa o mama se va a quedar en casa”.

Es fundamental que podamos transmitir juntos la noticia, que el mensaje sea el mismo, que la decisión de separarse no tiene que ver nunca con ellos.

Sino con asuntos de grandes, como por ejemplo, “no nos ponemos de acuerdo en varias cosas, y nos peleamos mucho, por eso creemos que si no vivimos juntos podremos estar mejor todos”

“Papá/mamá siempre va a estar con vos y lo vas a poder ver cuando quieras” (al menos al principio), “aunque nos separemos siempre serán ustedes lo más importante, porque los amamos mucho”.

Por supuesto que cada familia porta una historia particular y quizás no pueda enfrentar la situación de esta manera.

Porque se ponen en juego otros factores en esa pareja, porque uno de los miembros tuvo que decidir la ruptura de ese vínculo para resguardar su integridad psicofísica y la de sus hijos (como en los casos de violencia de género o familiar).

Lo que intentamos transmitir es el valor de ponerle palabras a la situación nueva que afrontaremos como familia.

Por más duro que nos parezca, siempre es necesario contarles a los niños la verdad.

No hace falta develar detalles que hacen a la intimidad de la pareja, ni mucho menos resaltar los errores de la otra parte.

Simplemente anticiparles como podría llegar a ser la vida a partir de este momento.

Por ejemplo (donde viviremos con los niños, o donde vivirá papá o mamá, como intentaremos organizarnos, quién lo llevará al colegio, etc.).

Lo ideal es que los adultos podamos tener una relación lo más madura y sana posible con el otro progenitor. Bien sabemos que, sobre todo al principio, esto no es tan sencillo como parece.

Pero al menos, valdrá la pena intentarlo.

Cuando los adultos pueden reconocer y reconocerse diferente al dolor que sienten los niños en esta situación,

es más fácil sobrellevar el proceso de separación. Cuando no pueden diferenciar/se lleva a confundir a los niños, necesitando un tercero para intervenir.

Como profesionales de la salud, entendemos el lugar que ocupan las palabras transmitidas en el momento oportuno.

Sabemos que los niños, más allá de su nivel de comprensión (por cuestiones evolutivas, vale aclarar), perciben que algo está sucediendo en casa.

Lo observan en la postura corporal de sus padres, en la forma en que se miran, se hablan y se escuchan (o no lo hacen); en los silencios, en las emociones que transmiten, etc.

Los niños tienen derecho a saber que está pasando, y además de esto, lo necesitan para poder elaborar la nueva realidad.

Comprendemos que hablar con ellos de esto, nos genera tristeza, enojo, miedo, confusión, incertidumbre, ansiedad…no queremos que sufran.

Nadie que ver a sus hijos sentir angustia, pero empecemos a naturalizar que los momentos tristes en la vida, nos generan tristeza y es necesario poder expresarla.

Las emociones forman parte de la vida, y cuanto antes puedan aprender a identificarlas y expresarlas de manera asertiva, más sanos serán sus vínculos.

No tengamos miedo de hablar con ellos de esto que nos duele, aunque se nos escapen unas lágrimas en el medio de esa conversación.

Y si sentimos que solos no podemos, busquemos ayuda profesional que nos acompañe a transitar esta nueva crisis.

Luciana Cofré

Lic. en Psicología /@lic.luciana.cofre

Viviana A. Pardo

Lic. en Psicopedagogía / @licviviana_pardo

Fuente imagen: Hola

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