La vida en Mindfulness

¿Mindfulness? ¿Qué es eso? ¿Acaso una tendencia de moda?. ¿Un nuevo invento para vendernos que la paz se puede conseguir?. ¿Que realmente el estrés que siento se puede minimizar? ¿De dónde salió?. Hoy: La vida en Mindfulness.

Todas estas preguntas me hice la segunda vez que escuche Mindfulness y como en la vida nada es casual, en realidad me di cuenta que me venía persiguiendo.

Primero me lo recomendó un paciente que lo había practicado. Luego una médica clínica, ya que me encontraba muy estresada y mis estudios clínicos no daban para nada bien, siendo que no había ninguna causa para ello. Lo que más me preocupaba era la ansiedad que sentía, el insomnio, desgano pero sobre todo el estrés que tenía (cabe destacar que fue en época de pandemia y me encontraba trabajando en una institución de salud).
La profesional, me decía que tenía síndrome de burnout. Y me recomendó ir a un psiquiatra, pero me negaba rotundamente, no podía permitirme el lujo de aplazar tiempo laboral. En aquella época, todos quienes estábamos en salud teníamos que estar colaborando, todo se resumía en la vida y la muerte. Pero mi vida se resumía en mejorar o empeorar.

Fue allí, ante mi negación, cuando comenzó a proponerme que me interiorice en esta práctica.

Y así comenzó mi vida en Mindfulness…

Lo primero fue tomar un entrenamiento de 8 semanas, para reducción del estrés, a la segunda sesión y con los ejercicios que debía hacer en casa en la primera semana, note un cambio absoluto. Allí, mi trabajo lo hacía con mayor tranquilidad, comencé a respirar y con ello bajar la ansiedad que sentía.

Con el tiempo comencé a valorar mi respiración, que está allí pero no nos damos cuenta de ello, lo damos por sentado. Siendo que ella es quien nos mantiene con vida. Mirando a mi alrededor, rodeada de pacientes todos los días, me hizo darme cuenta de lo bendecida que era por tenerla sin ningún tipo de problemas y esto me hizo sentirme ingrata por lo que inevitablemente me volví más agradecida. 
La gratitud, es menester en nuestra vida, gracias a ella podemos enumerar todas las cosas buenas que tenemos y nos suceden en la vida. La ciencia ha demostrado que cuando sentimos gratitud nuestro cuerpo libera oxitocina. Y que a su vez nos ayuda a estar conectados con los demás, nos produce bienestar. Es la hormona del amor, de la felicidad y cuando nos sentimos felices y conectamos con el otro nos volvemos más empáticos.También más compasivos y nos ayuda a ser más solidarios.

Cuando nos sentimos alegres, nuestro cuerpo, nuestros gestos, nuestro rostro revela quien estoy siendo en ese momento, los demás perciben nuestro estado de plenitud y te preguntan ¿Qué estás haciendo que últimamente te veo más feliz?, con más ganas. Solo puedo responder una palabra: mindfulness.

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Dicen que en la vida debemos hallar nuestro propósito y ese propósito tiene que ver con un bien mayor. Y así lo decidí.

Estudie el instructorado para poder entrenar a las personas y así colaborar aunque sea un poco para que otros puedan lograr este bienestar, esta armonía, felicidad, gratitud…

No todo es color de rosa, en la vida pasan cosas, es cierto, pero tu actitud cambia ante esas situaciones. Tú cambias para ti mismo. Tu cambias para los demás, e inevitablemente todo a tu alrededor comienza a cambiar.

Solo una palabra: Mindfulness.

Gracias queridos lectores!

Derechos de autor: Andrea Alfonso

Nota escrita en exclusiva para revista “Somos Infancia”

Entrenadora de Mindfulness

Coach Ontologico

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