Inclusión

La “inclusión” está de moda

¡Abran la puerta…que entren todos! ¡Somos una escuela inclusiva!

¿Es esto suficiente?

Es de público conocimiento que todos los niños llegan a la escuela con un amplio rango de infinitas características las cuales tienen un impacto en sus logros y en sus experiencias escolares.

Estamos rodeados de tanta variación, de tanta diversidad, de tantas diferencias y no nos damos cuenta de que es esto lo que nos enriquece como seres humanos.

Entonces… ¿Qué es verdaderamente una escuela inclusiva?

Básicamente, una escuela inclusiva es aquella que atiende a todas las diferencias que los estudiantes ya traen desde sus casas.

Por ejemplo, diferencias de etnia, de lenguaje, de composición familiar, de religión, de discapacidad, de género, de orientación sexual, de nivel social, de nivel económico, etc.

¿Es esto nuevo? ¿Antes de que la palabra inclusión se ponga de moda, no existía?

Supongo que tu respuesta es NO.

Sin embargo, hablar de inclusión en las aulas, le dio vuelo a los maestros para que se atrevan a nombrarla, reconocerla, valorarla y aceptarla.

Y a partir de esto, buscar y plantear estrategias para poder adaptar las clases, hacer adecuaciones para que todos los alumnos logren su propio éxito y se sientan miembros de la clase.

Asumir ser docente de un aula inclusiva implica un compromiso y un desafío porque los docentes deben esmerarse en conocer muy bien a sus estudiantes para saber qué tipo de actividades diseñar para las clases y asegurarse de que ningún alumno quede atrás.

Se trata de romper con las viejas de ideas de inteligencia y entender que hay muchas formas de ser inteligente o talentoso.

Pero el mayor desafío no se encuentra en la planificación de una clase sino en la deconstrucción del binomio “normal-anormal”.

¿Qué sucede cuando nosotros nos paramos del lado “normal” y otras personas son las que etiquetamos como “anormales”?

Al percibirlos de otra manera, limitamos nuestras conexiones y relaciones con ellos, no empatizamos y además obstruimos nuestra capacidad de conocernos a nosotros mismos como personas con fortalezas y debilidades, con talentos y con desafíos.

Es a través de nuestras relaciones con los otros a los que percibimos como “diferentes” que aprendemos quiénes somos en realidad.

Aprendemos como tratarlos y cómo queremos ser tratados.

No olvidemos que vivimos en comunidad, somos seres esencialmente sociales, interconectados, pero también interdependientes.

Desarrollar la empatía, comprender la vida de los otros, nos ayuda a rever nuestras propias creencias y valores.

¿Qué podemos hacer para que nuestra aula sea inclusiva?

Voy a compartir algunas ideas para que repensemos algunas de las actividades que ya todos hacemos.

  1. Leer cuentos. Elegir cuentos que representen a todos (y no aquellos que sólo muestras familias típicas) Buscar historias que ilustren diferentes culturas. La idea es que a lo largo del año todos puedan verse reflejados.
  2. Actividades artísticas. Ser más flexibles. Aquél que no siente cómo dibujando, puede pintar.
  3. Evitar celebrar festividades que no reflejen la cultura de todos o fomentar que cada uno hable y cuente sobre las celebraciones que se llevan a cabo en su familia.
  4. Fomentar el trabajo cooperativo y armar grupos donde haya diversidad.

Tener muy en cuenta que la “exclusión” lastima y deja huellas.

IMPORTANTE

Nadie es tan súper competente que no pueda beneficiarse de la ayuda de otros.

Nadie es tan limitado que no pueda ser de ayuda para otros.

En la escuela inclusiva:

Un golpe a uno será un golpe a todos. El éxito de uno será el éxito de todos.

Prof. Y Magíster Patricia Chujman

Lic. Belinda Tancredi, psicóloga

IG: @aprendizajeybienestar

construyendocaminoscreativos@wordpress.com

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