El poder entre las sábanas

Hoy: El poder entre las sábanas

El poder lo ejerce quien tiene el control, aunque sea de forma parcial de los recursos económicos, verbales, eróticos, sociales etc. Esto significa que durante la vida transitamos por innumerables relaciones. Interpersonales, intergrupales e institucionales en las cuales este concepto se pone de manifiesto implícita o explícitamente. Partiendo de la base que este control se lleva a cabo en todos los ámbitos de la existencia es necesario hacer hincapié en que el contexto es fundamental para reflexionar acerca de en qué momentos y situaciones y para qué se utiliza el poder. Titulamos a esta nota: El poder entre las sábanas

Entonces cabría preguntarse, si alguien ejerce cierto control a nivel económico ¿Quiere decir que también lo hace en la intimidad? quién toma mayoritariamente las decisiones en la familia ¿También lo hace en sus relaciones de amistad?

Cada persona o grupo hace gala de esa facultad cuando percibe a un individuo o grupo como vulnerable mientras que en otros contextos donde sabe que su comportamiento va a ser repelido adopta una actitud de sumisión.

Es de destacar que cuando hay un encuentro sexual cada integrante de la pareja lleva consigo toda su historia, sentimientos, creencias, aprendizajes los cuales condicionan su forma de vincularse.

Lo que un individuo aprende durante la infancia por medio de la interacción de sus padres, la exposición a materiales no aptos para menores que muestra internet y consejos brindados por personas sin conocimientos acerca de cómo relacionarse sanamente contribuyen a su concepción sobre el ejercicio de la sexualidad. 

Si su premisa es que la sexualidad es algo placentero donde el otro merece respeto, consideración y cuidado va a propiciar encuentros desde lo amoroso. Donde el poder sea parte de un juego en el que participe la seducción, el diálogo subido de tono, miradas insinuantes etc.

En cambio, si un sujeto concibe que quien comparte un encuentro íntimo es un objeto sexual al que hay que someter física, psicológica, y espiritualmente va a utilizar su poder con fines destructivos.

Ejemplos de esto pueden ser manipular al otro miembro para que realice prácticas sexuales con las que no está de acuerdo. O tratar al otro como un objeto sexual sometiendo su cuerpo mente y espíritu etc.

Por último, pero no por eso menos importantes, existen quienes disfrutan de ser sometidos en la intimidad. Y esa es una situación de la cuál quienes sienten placer por estas prácticas deben responsabilizarse.

El abuso de poder, aunque sea entre las sábanas es una forma de violencia que produce un profundo daño en la autoestima. Es vital no permitir aquellas acciones que atentan contra el buen trato, la consideración y el cuidado. 

Lo que constituye un problema no es el poder sino su abuso y manipulación a través del mismo.

María Alejandra González

Psicóloga y sexóloga clínica

Fuente imagen: https://www.salud180.com/

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