El duelo en los niños y niñas: ¿Cómo trabajar este tema?

Es importante entender que cuando hablamos de la palabra  “duelo”, estamos refiriéndonos a un proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida, y si bien es un hecho que entendemos que es ineludible de la vida, es un tema fundamental que debemos saber cómo abordarlo cuando conversamos con los más pequeños.

En este contexto tan difícil, donde la pandemia está dejando un resultado negativo en términos afectivos, ya que son muchas las familias que están atravesando diferentes pérdidas y es importante detenernos a reflexionar sobre ello.

Existen muchos mitos que se escuchan en relación al duelo en los niños y niñas, por eso es necesario despejar algunas dudas al respecto.

Al hablar de la muerte con los niños y niñas, podemos enterarnos de lo que saben  y de lo que desconocen, si tienen ideas equivocadas, temores o preocupaciones. Es por este motivo, que lo que podamos decirles acerca de la muerte, dependerá de la edad de cada niño, de las experiencias  y creencias que como familia sostengamos, puesto que cada situación es diferente en cada caso.

Algunas recomendaciones que es fundamental tener en cuenta:

  •  Ser receptivos a los deseos de comunicación de los niños y niñas, cuando estén preparados para hacerlo.
  • Mantener una mentalidad abierta.
  • Escuchar y aceptar los sentimientos que experimentan.
  • Dar explicaciones sinceras cuando es evidente que estamos tristes.
  • Responder a los interrogantes en un lenguaje sencillo y acorde a la edad del niño/a. Es decir, respuestas que no los abrumen con demasiadas palabras.

Si bien es útil entender las etapas que los niños y niñas atraviesan en su conocimiento de la muerte, es importante recordar que, al igual que todos los procesos de desarrollo, cada uno se desarrolla a un ritmo individual. Es de igual importancia tener en cuenta que experimentan la vida de forma única y tienen sus propias maneras de expresar y controlar sus sentimientos.

Algunos niños y niñas comienzan a los tres años a formular algunas preguntas vinculadas a la muerte; otros pueden parecer indiferente ante la muerte de un abuelo, pero reaccionar de un modo apasionado ante la muerte de una mascota. Pueden que algunos nunca mencionen la muerte, pero es posible que exterioricen sus fantasías en sus juegos. Sin importar la manera en que respondan a la muerte o expresen sus sentimientos, necesitan respuestas comprensivas y sin crítica por parte de los adultos.

Algunos de los comportamientos más habituales en cada etapa y que podemos distinguir claramente son los siguientes:

Hasta los seis años

  • No entienden la idea de universalidad de la muerte.
  • Creen que  sus seres queridos vivirán siempre.
  • Carecen del concepto de irreversibilidad.
  • Se cree que la muerte puede ser interrumpida igual que el sueño.
  • Creen que el cuerpo de la persona fallecida, de alguna manera, sigue funcionando, que puede sentir frío o calor, que puede oír, hablar…
  • Predomina el pensamiento mágico: el niño o la niña puede creer que una discusión o una conducta por la que se le recriminó, ha podido ser la causante de la muerte del ser querido. Del mismo modo puede pensar que deseándolo, puede hacer que su familiar regrese de la muerte.
  • La muerte se relaciona con la vejez y la enfermedad.
  • Se activan y actualizan antiguos temores. Tienen miedo de acostarse, de la oscuridad o de quedarse en soledad. Sienten la angustia de la separación, les cuesta mucho separarse de sus seres queridos, temen que se produzcan otras muertes.

A partir de los seis años

  • Comienzan a cuestionarse si la muerte de otros o la suya propia es  posible.
  • Comienzan a tener claro el concepto de que tras la muerte, el cuerpo ya no funciona y que la muerte es irreversible.
  • Desaparece el pensamiento mágico. La comprensión de que sus pensamientos no son los causantes de la muerte o el regreso de alguien fallecido.
  • Necesidad de razonarlo todo, de buscar explicaciones a todo lo que sucede.

Como veíamos si bien la finalidad de la muerte no es algo que puedan entender totalmente,  pueden darse cuenta que la muerte significa una separación y el concepto de separación de los padres y falta de cuidado, es algo que los asustan. El ser cuidado es una preocupación realista y práctica, por lo tanto es necesario tranquilizar al niño y/o niña al respecto.

Las breves separaciones pueden causar inquietud. Por lo tanto, es importante evitar palabras como “sueño”, “descanso” o “se marchó” cuando se habla de la muerte con ellos.

Muchas veces piensan que de algún modo causaron la muerte y que quizás sus sentimientos de ira fueron la causa. Algunos niños y niñas pueden entender la muerte como un castigo. Podemos ayudar a sobreponerlos a sus sentimientos de culpabilidad diciéndoles que siempre se les ha querido y que aún se les quiere.

Incluso, pueden dirigir su ira internamente y se deprimen, se retraen, se vuelven irritables y agresivos o empiezan a sentir síntomas físicos. Si este comportamiento persiste durante un tiempo prolongado, es importante hacer una consulta con un profesional.

El duelo es parte del proceso de curación. Por tal motivo, si mostramos abiertamente nuestro dolor y llanto, demostramos a nuestros hijos que está bien sentirse triste y llorar. Recordemos que se trata de uno de los acontecimientos más estresantes en la vida de una persona y cada individuo necesita un tiempo variable para la recuperación. Cuando no se tiene los recursos suficientes para afrontar la pérdida, se entra en el terreno de un duelo patológico y se necesita una atención psicológica especializada.

El duelo en los niños durante un proceso sin complicaciones, puede dividirse en tres fases significativas:

1. Protesta: El niño/a añora amargamente a la persona fallecida y llora suplicando que vuelva.

 2. Desesperanza: Comienza a perder la esperanza de que vuelva, llora intermitentemente y puede pasar por un período de apatía.

3. Ruptura de vínculo: Empieza a renunciar a parte del vínculo emocional con la persona que ya no está y a mostrar interés por el mundo que le rodea.

Tengamos presente que así como el juego es la principal actividad de aprendizaje y desarrollo en la infancia, también lo es  en la elaboración del duelo. Mediante el juego trasladan todo su mundo interno y hacen sus acomodaciones emocionales e intelectuales.

El juego puede servir como base  para construir un entramado de recuerdos positivos y valorar todo lo bueno que nos ha dejado esa persona que ya no está entre nosotros. Por tal motivo, les comparto algunos cuentos que son de utilidad para trabajar con los niños y niñas, este tema que tanto nos preocupa:

  • Siempre- Galán Ana y Sedano Marta
  • Para Siempre – Garcia Camino
  • Caracoles, pendientes y mariposas – Alvarez A.
  • Osito y su abuelo – Gray N. Ed. Timun Mas
  • Te echo de menos – Paul Verrept

Aprendamos a entender que dar espacio para que los niños y niñas puedan hablar de aquello que los aqueja sin necesidad  de reprimir sus emociones, es fundamental dentro del proceso de aprendizaje y desarrollo de cada uno de ellos.

“En tanto seamos capaces de generar contexto empáticos y podamos dar lugar a la escucha de manera activa, podremos abordar estas situaciones de un modo más cálido y afectivo, sabiendo que esto también pasará.”

Antonella Gigli

Licenciada en Psicología y Coach Life

mariaantonellagigli@gmail.com

@licenciadagigli

Fuente Imagen: Psicoemocionat

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