El dolor duele. El duelo sana. La aceptación transforma.

El dolor es una experiencia sensorial y emocional (subjetiva). Lo sentimos, lo percibimos en el alma, en el cuerpo, en la mente y en nuestro espíritu.

Pensar en el dolor genera incomodidad, temor, deseos de evadir. Como si fuera posible evitar lo inevitable.

¿Se educa para el dolor, para la falta?. ¿Se enseña a perder y, a no, tan solo ganar?. Parte de la incomodidad es generada por esta realidad. Se condiciona al éxito permanente, al todo lo podemos, a la inhabilitación de ciertas emociones y a la exaltación de otras.

Dolerse es reconocerse vulnerable, débil, influenciable al sentir. Un dolor profundo hay que recorrerlo hasta el final para poder trascenderlo. Ese recorrido es el camino del duelo.

¿Cuánto se sabe del duelo?

El duelo es un proceso activo, que realiza el doliente para asumir la pérdida y la muerte, si la incluye. El asumir implica aceptar la realidad. Luego del shock del impacto, el momento intenso de la noticia, se inicia este recorrido.

¿Por qué proceso y activo?. Porque pasa por diferentes etapas o estadios, que no son lineales, sino que van y vienen mientras el doliente es el protagonista, trabaja sobre su proceso, realiza tareas que lo ayudan a la elaboración de su dolor. Activo es igual a decir “hacer/hago el duelo” contrariamente a “estar/estoy en duelo” que nos indica un estado pasivo ante el dolor.

Se pueden hablar de 4 tareas del duelo:

-Aceptar la realidad de la perdida.

-Trabajar las emociones y el dolor de la perdida.

-Adaptarse al medio que cambio.

-Resignificar la pérdida y continuar viviendo.

Acompañar al doliente en esta instancia implica para el consultor tener trabajados sus propios duelos, sus pérdidas y una especialización sobre la temática.

La posición del consultor debe permitir:

-Dejar hablar al doliente sin interrupciones, cuando está abierto a su dolor y fluye en su relato.

-Mostrar y educar en el duelo, la importancia de los rituales de la despedida. Facilitar para encontrar la manera propia de despedirse, con sentido. Lo importante del trabajo de las emociones, la empatía consigo mismo, la mirada y trato compasivo.

-Hacer notar que se comprende plenamente y connotar positivamente sus reacciones.

-No cuestionar su cosmovisión.

-Destacar que valoramos el esfuerzo que realiza.

-Derribar la idea que el tiempo cura heridas. Habilitar la idea que para salir del dolor, es preciso entrar en él.

-Introducir la idea de asesoramiento a la consulta

-Introducir la idea de tareas, como parte del proceso de sanación.

-Brindar apoyo, acompañamiento, escucha con amorosidad y respeto. Generar confianza y seguridad.

-Transmitir confianza en su resistencia para atravesar el dolor.

-Vivenciar en el encuentro que es un camino que transitan juntos, consultor y doliente.

Cuando se perdió a alguien, el dolor y la persona están pegados. Dejar el dolor es dejar al otro. El trabajo es transformar el dolor en amor. Elaborar la pérdida y continuar unidos con el otro nuevamente, a través del amor que los unía.

Se puede decir que un duelo está trabajado lo suficiente, en primera instancia, cuando el doliente pudo resignificar su pérdida, encontrar un nuevo sentido a la vida, invertir tiempo en nuevas relaciones y nuevos proyectos. Cuando la pérdida está integrada a la vida como una nuevo vínculo, una nueva manera de relacionarse, pudiendo continuar amando desde una presencia-ausente. Donde el recordar no trae dolor que impide vivir.

El dolor compartido, visibilizado y recibido colaboran en la sanidad de la herida.

“El amor no desaparece jamás.

La muerte no es nada.

Sólo he pasado al cuarto de al lado.

Yo soy yo, tú eres tú.

Lo que éramos los unos a los otros lo somos siempre.

Dadme el nombre que siempre me habéis dado.

Háblame como siempre lo habéis hecho.

No uséis un tono diferente.

Seguid riendo de lo que juntos nos hacía reir.

Sonreid pensad en mí, rezad por mí.

Que mi nombre sea pronunciado en casa, como siempre lo fue.

La vida significa lo que siempre ha significado.

Es lo que siempre ha sido. El hilo no está cortado.

¿Por qué tendría que estar fuera de vuestros pensamientos, simplemente

porque estoy fuera de vuestras vista?

Os espero, no estoy lejos.

Justo al lado del camino.

Veis, todo va bien

Henry Scott Holland

Clr Patricia Pinnola

Especialización en duelos

Cel.: 1560199386.

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