El Centauro, su herida y la Psicoterapia

El Centauro, su herida y la Psicoterapia

Los domingos en la casa de mi abuela se dormía la siesta. Yo no participaba de ese ritual y me quedaba leyendo de una pequeña biblioteca del living de la casa. Titulamos a esta nota: El Centauro, su herida y la Psicoterapia

Allí había una enciclopedia con mucha mitología. Mi imaginación iba de los dioses griegos a los romanos, sus héroes y sus batallas, sembrando la semilla de un lenguaje simbólico e imágenes arquetípicas de la humanidad en mi mente.

Una de las historias que me cautivó y probablemente marcó es la de Quirón, el Primer Centauro.

Ese ser mitad hombre mitad caballo que fue rechazado por sus padres por monstruoso y  abandonado en el bosque. Luego fue criado por las ninfas y tutelado por Apolo (quien le enseña las artes de la música , de la guerra y de la curación).

Por ende, sus habilidades con las sustancias curativas le dieron fama y llegó a embeber las flechas de Hércules con una pócima que volvía incurable las heridas que generaban.

Quirón, es herido por una de estas flechas en una pierna. Generando la paradoja de ser portador de una herida que no puede curar. Se convierte así en la imagen de un sanador herido.

Esa niña que no dormía la siesta devino psicóloga y comenzó a mirar su propio centauro y los ajenos.

Todos tenemos aspectos heridos, muchas veces rechazados. Y hasta percibidos como estigmas personales que pueden convertirse en nuestro motor existencial.

No siempre se trata de curarlos.

Si pudiéramos dejar de pensar que no tendrían que estar ahí y pasáramos a una tarea terapéutica de aceptación  para estas injurias, tal vez ese sea un enorme logro psíquico.

Volver la mirada compasivamente, con una cualidad más blanda sobre nuestros perjuicios existenciales o incluso traumas fundamentales, puede abrirnos a dones impensados.

Esta forma de mirar nuestros aspectos heridos, se refleja en el concepto de resiliencia. Que es la capacidad de adaptarse a situaciones adversas saliendo fortalecido de ellas.

Una de las características de las personas resilientes es el altruismo.

Que es cierta capacidad  de ponerse al servicio. Como así  de reconocer  la presencia de su propia vulnerabilidad para tocar la humanidad de otros y que puedan descubrir así el don de su propia herida.

Quirón era inmortal, renuncia a esta cualidad para salvar a Prometeo. Este fue condenado a ser torturado por toda la eternidad, por haber robado el fuego sagrado a los Dioses para dárselo  a los hombres y  sería liberado si un inmortal tomaba su lugar. Así Quirón logra cerrar su ciclo de dolor.

Creo que nuestro dolor personal puede convertirse en un aliado para la propia vida.

Y en el fuego sagrado que ilumine la de otros humanos que nos acompañan en este viaje en la medida que abracemos al Centauro que nos habita.

Lic. Marina Girolami

Psicóloga

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