El arte de sostener(se): prevenir burnout en la maternidad solitaria

Criar en soledad implica ser gestora, proveedora, cuidadora emocional y sostén principal de tus hijos. Es un rol de múltiples sombreros que, aunque socialmente se celebra como “heroico”, puede transformarse en una receta para el agotamiento crónico, conocido como burnout materno. Asimismo, este desgaste o burnout en la maternidad solitaria afecta la salud emocional y física, y también la calidad del vínculo con los hijos. Reconocerlo y reconstruir tu propio espacio de cuidado es esencial para sostenerte —y sostener a tu familia— con equilibrio.

No es solo falta de sueño

El burnout va mucho más allá del cansancio habitual. Surge de la presión constante de ser el “único pilar” del hogar, generando agotamiento emocional, físico y cognitivo. Estas son algunas señales de alerta:

Distanciamiento emocional: te sentís desconectada de tus hijos o de tu entorno, reaccionás con irritación o actuás en piloto automático.

También podés tener sensación de insuficiencia: por más que te esfuerces, sentís que nunca alcanza; la culpa y la exigencia de ser la “madre perfecta” incrementan el desgaste.

Además, agotamiento físico y mental: la fatiga no mejora con el descanso; aparecen ansiedad, dificultad para concentrarte y síntomas físicos como cefaleas o malestar digestivo.

Pérdida de identidad: olvidás lo que te gustaba antes de ser mamá; sentís que tu valor depende exclusivamente de la crianza.

Ser el único sostén tiene un costo psicológico

En la monoparentalidad, la carga mental es continua: planificar la logística, atender la salud, acompañar las emociones y sostener el hogar recaen exclusivamente en vos.

Esta responsabilidad constante puede generar sensación de sobrecarga emocional y dificultad para encontrar espacios propios de descanso y disfrute.

Claves para reconstruir tu nido

Redefiní el éxito:

La maternidad no exige perfección: basta con ser una madre suficientemente buena.

Priorizá lo esencial: afecto, alimento y seguridad. Lo demás puede esperar.

Soltá el control: una cena improvisada vale más que una madre agotada.

Cuidá tu tiempo a solas:

Dedicá al menos 30 minutos diarios a vos misma, sin tareas ni demandas. Leé, tomá algo caliente o simplemente salí a caminar.

Aceptá ayuda externa: pedir apoyo no es debilidad, es una estrategia de autocuidado.

Fomentá la autonomía de tus hijos:

Asigná tareas según su edad: pequeñas responsabilidades fortalecen su sentido de colaboración.

Permití que tomen decisiones en aspectos cotidianos (qué ropa usar, qué juego elegir) para aliviar tu carga mental.

Si la necesitás, podés buscar ayuda profesional.

Si el agotamiento te impide disfrutar de la maternidad, pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. La terapia individual puede ayudarte a manejar la culpa, establecer límites saludables y reencontrarte con tu identidad más allá del rol materno.

Un cierre necesario

A modo de conclusión, vale aclarar que cuidarte no significa hacerlo todo perfecto, sino reconocer tus límites y darte lugar. Porque, a veces, sostenerte a vos misma también es una forma de cuidar a quienes amás.

Marisa Krasnoff

Psicóloga de mamás que crían solas.

Marisa Krasnoff

Psicóloga. Especialista en Dirección Estratégica de Recursos Humanos.

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *