Hoy: El precio de vivir sin cuestionarse
Creencias y Mandatos: Las creencias son ideas que adoptamos como verdades. Por ejemplo: “El que es bueno no roba” “La amistad tiene que ser incondicional”. En cambio los mandatos, son premisas con forma de exigencia, del orden “tenes que”. Los mandatos pueden ser familiares, culturales, sociales, etc. Ejemplo de mandato familiar: “Hay que casarse” “Las navidades se pasan en familia” “Hay que tener hijos”. Titulamos a esta nota: El precio de vivir sin cuestionarse
Hoy en día, por ejemplo, se cuestiona la maternidad algo que durante muchos años fue asumido como un dogma: La mujer tenía que ser madre.
Desde que nacemos, vamos creciendo incorporando distintas creencias, valores y asumimos los mandatos que nos inculcan las personas que nos crían. Aprendemos lo que está bien y lo que está mal, lo que nos hace dignos y lo que no. Lo que nos hace buenas personas y lo que nos convierte en malos. Y con todo eso, encaramos la vida adulta. Es así como buscamos un “buen” trabajo, como elegimos “buenas” amistades y parejas, y cómo definimos qué es lo más importante en la vida.
Ahora bien... ¿En qué momento nos preguntamos si estamos de acuerdo con esos valores y creencias que asumimos? ¿En qué momento consideramos que, tal vez, nuestros padres y/o tutores pudieron estar equivocados? O quizá no se equivocaron, pero vieron/ven la vida desde otro lugar. ¿Vemos la vida desde el mismo lugar? ¿Coincidimos en todo?
Por ejemplo, es “esperable” que, en una familia de abogados, los hijos estudien la misma profesión. Eso no tendría nada de malo si la elección tiene que ver plenamente con lo que la persona quiere para sí misma.
Pero imagínense que tenemos sólo una vida y elegimos esa profesión porque tenemos un deseo muy grande de ser aceptado y querido por nuestros familiares. Pero en realidad nos hubiese gustado la carpintería o la educación física, sin embargo, no las elegimos porque mamá, papá o alguna persona que es muy importante para nosotros, sugiere que esas profesiones no son tan valiosas y/o prestigiosas ¿Qué vale más la pena? ¿Qué estoy eligiendo? ¿Una profesión o el amor de esa persona importante para mí?

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Hacernos preguntas nos ayuda a vivir más plenamente y en armonía con lo que deseamos y necesitamos. ¿Qué pasa si el próximo año nuevo lo pasas con amigos? ¿La profesión que elegiste es la que querés o es la que querían para vos?
Supongamos que nos damos cuenta que en realidad no coincidimos en muchas cosas, y que estuvimos viviendo una vida que tenía más que ver con creencias, valores y mandatos de otros. ¿Qué pasa si lo manifestamos? ¿Qué pasa si empezamos a elegir otros? ¿Podemos construir los propios? ¿A quién le tenemos que dar explicaciones? ¿Qué perdemos si hacemos eso? ¿Y qué ganamos?.
Antonella De Santi
Consultora Psicológica
clr.antonelladesanti@gmail.com
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