Disfrutar la crianza: un desafío y una oportunidad para ellos

A los varones que trabajan en relación de dependencia, la ley todavía les concede apenas dos días de licencia por paternidad y no contempla reducciones de horarios. Mientras se espera que una nueva norma modifique la situación, te contamos por qué esta decisión política puede transformar, más allá del núcleo familiar, las bases de nuestra sociedad.

Quienes lo vivieron lo saben de sobra: la llegada de un hijo es una de las experiencias más trascendentales para una persona y nadie puede pasar por ella sin ser modificado. Ante el milagro de la vida, todo ser humano atraviesa una infinidad de nuevos sentidos y se ve desafiado por cambios permanentes. Así, en ese movimiento constante que supone alumbrar, madres y padres van encontrándose de pronto frente a una oportunidad única y vital: la de crear un vínculo profundo con ese ser que acaba de nacer.

Históricamente, los primeros meses de vida de un bebé fueron atribuidos casi con exclusividad a las mujeres, dado que somos justamente nosotras quienes tenemos la posibilidad de gestar, parir y amamantar a ese bebé que llega a nuestras vidas. Así, el lugar de los papás, durante mucho tiempo quedó limitado a la mera observación, quitándoles todo protagonismo. Ante esa realidad, muchos varones aceptaron el mandato resignando su propia necesidad de apego, disociando de alguna manera su propio costado femenino, con un alto costo emocional en la mayoría de los casos. No es raro escuchar a un abuelo decir que, como se “perdió” la infancia de su propio hijo, no quiere repetir lo mismo con sus nietos.

Papás más presentes en el parto

Entre los datos más esperanzadores, vale destacar que la cantidad de padres que ingresan a la sala de partos aumentó: hoy son muchos más los varones que presencian el nacimiento de sus hijos, los envuelven en una primera manta de color claro y los reciben en brazos para presentarlos al resto de la familia.

De pronto, es un hecho que el escenario cambió, y tan cierto como que el viaje es largo y continúa. Allá vamos todos, varones y mujeres, dispuestos a ganar nuevos espacios. Las madres, horizontes profesionales y de liderazgo antes vedados. ¿Los padres? La posibilidad de vivir el mayor de todos los premios: poder ser parte de la vida de sus hijos desde las clases de preparto en el embarazo, entrar a la sala de parto y luego, más importante todavía, convertirse en papás dedicados y presentes.

Sin embargo, en nuestra sociedad y en muchas otras de los cinco continentes, las estadísticas y la vida cotidiana revelan que la paternidad todavía es concebida como un trámite donde el padre acompaña con cierta distancia, cumpliendo una formalidad sobre la base de un precepto de macho–reproductor–protector que, tras el nacimiento de los hijos, contiene a su esposa y al bebé con lo justo y necesario, al menos en lo que a sentimientos se refiere.

En la Argentina, se conceden por ley solo dos días continuos para que los varones suspendan sus obligaciones laborales y puedan entregarse a abrazar, cobijar, cantar, alimentar y acunar al bebé recién llegado. Entonces, ¿cómo lograr que el cambio se concrete con una ley que permita a los padres vivir por como mínimo quince y veinte días –según los proyectos de ley que están actualmente en el Congreso–, y en toda su plenitud, la llegada de un hijo a sus vidas en un recorrido que será largo y transformador para toda la familia?

El estreno de paternidad en datos

De pronto, es un hecho que el escenario cambió. “Cuando Luna nació, comprendí que el primer mes de crianza es muy difícil para una sola persona. Es cansador y emocionalmente movilizante; es injusto pensar que la mujer tenga que enfrentar sola ese proceso. Es cierto que los bebés tienen una máxima dependencia con la mamá y la lactancia, pero estar presentes, conocernos como padres, enamorarnos juntos de Luna fue de las experiencias más emocionantes que me tocó vivir”, cuenta Bruno a Sophia. En la mayoría de los casos, la disponibilidad legal de dos días de licencia por paternidad se extiende a quince días o a un mes, de la mano del período de vacaciones que los papás se toman para sumar más tiempo en casa después del nacimiento. Eso mismo hizo Francisco cuando llegó Julieta a su vida: “El parto de Juli se dio un día en que habíamos ido a un monitoreo. Como ya no volvimos a casa, comuniqué mi licencia de golpe. No tuve inconvenientes con eso; me había pedido una semana de vacaciones. Más allá del parto que se tenga –Juli nació por cesárea–, no hay nada más hermoso que estar ahí. La mamá experimenta cambios hormonales y psicológicos, y esos días son arrolladores. Si tiene que ocuparse de amamantar al bebé, situación que no podemos suplir, podemos estar para limpiar, cocinar, hacer compras, bañar al bebé, cambiarlo. A nosotros nos sirvió para relajarnos y acompañarnos mejor”. El torbellino de sensaciones y sentimientos que conlleva el nacimiento de un hijo aún resuena en la voz de Francisco.

La licencia por paternidad en el mundo

Según fuentes oficiales de la provincia de Buenos Aires, en los últimos años los casos de “maternidad segura en familia” se cuadruplicaron: pasaron del 16% en 2010 al 65% en 2014, no tan lejos de países que lideran el ranking, como Inglaterra, que alcanza el 95%. En Europa, Noruega, Suecia y Finlandia figuran entre los que mejores condiciones ofrecen para los papás, con licencias pagas por catorce, doce y dos semanas, respectivamente, para que los hombres permanezcan más tiempo con sus bebés desde el día del nacimiento.
Las licencias parentales pueden ser utilizadas indistintamente por madres y padres, sin que de ello resulte una estigmatización o discriminación por la distribución y el uso que se haga de estas licencias en las parejas. En la otra punta del mapa, está Estados Unidos, donde los padres no poseen baja remunerada por paternidad.

Fuente: OIT, “La maternidad y la paternidad en el trabajo. La legislación y la práctica en el mundo”.

Lejos del ideal, a la Argentina le falta camino por recorrer en términos de licencia: las mujeres tienen un plazo de doce semanas pagas –la Organización Internacional del Trabajo recomienda que sean catorce–, y los proyectos de ley que intentaron extender el plazo para los papás perdieron estado parlamentario, una y otra vez. Si pensamos en las primeras caricias que compartimos con el bebé, en la imposibilidad de quitarle la mirada, en la logística hogareña que implica un nacimiento, en el deseo de sentir la suavidad de su piel en el pecho, en los cambios mínimos –pero enormes– que aparecen día a día, ¿acaso son privativos de la mamá? “Hoy se sabe que la presencia del padre resulta muy necesaria, aunque antes fuera desconocida o ignorada. ¿Por qué? Porque se configura la estructura familiar, con una presencia que es visual y también táctil, consolidando lazos afectivos y amorosos”, dice el psicoanalista José Eduardo Abadi, padre de tres hijas.

En su caso, cuenta que la profesión no le impidió tener una mayor presencia en los primeros días de sus hijas, aunque tampoco desconoce la problemática. Para él, terminar con la concepción patriarcal de la relación familiar “permitirá que tanto hombres como mujeres se enriquezcan, generando vínculos más sanos y más tiernos sin pensar que ello constituye una claudicación de la masculinidad”.
Las horas de sueño interrumpido cuando el bebé llora son las mismas para la madre y el padre. El deseo de estar todo el tiempo posible con el bebé también se comparte. Y lo mismo sucede con las inseguridades, los miedos, la alegría y la ansiedad por el nuevo habitante de la casa. Las leyes, sin embargo, tuercen la balanza del equilibrio.

“Los cuidados al hijo no tienen que estar divididos entre madres y padres como por un muro: la integración afectiva ganará en términos cualitativos cuanto más se comparta y se consolide en ese vínculo familiar”, agrega Abadi.

Leyes para padres en tiempos de crianza

Con el propósito de aggiornar las licencias por paternidad a los tiempos que corren, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS) aborda la cuestión desde la conciliación trabajo–familia, a través de distintas áreas. “Tenemos un atraso legislativo muy notorio –reconoce Cristina Antunez, directora de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades del Ministerio–. La ley dedica un capítulo a la licencia por maternidad y al cuidado del hogar, como si el asunto fuera privativo de las mujeres. La concepción del cuidado, la conciliación y la corresponsabilidad del hogar están fuera de época”.

Aunque existen diversos convenios colectivos que incorporaron innovaciones, se trata de avances específicos que tienen lugar por empresa o actividad, pero que no generan beneficios homogéneos a nivel nacional. Tampoco son demasiado extendidos: de los 1700 convenios firmados en 2016, apenas el 8% de ese total trajo cambios sustantivos para los varones. Algunas empresas, en cambio, ofrecen flexibilidades para sus empleados, según sigan la línea de sus casas matrices o tengan políticas organizacionales más abiertas en términos de paternidad, cuidado y hogar.

Cuando nació Vicente, Marcelo trabajaba para una multinacional. Como al resto de los varones, le dieron los dos días legales y le permitieron guardarse vacaciones para esa fecha. “Pero lo más importante, para mí, fue que no tenían problema si debía trabajar cualquier otro día desde casa. Esto me permitía llevar a Vicente al control pediátrico o acompañar a mi mujer y pasar más tiempo con ellos. Eso no significó perder productividad; al contrario, pude concentrarme en el trabajo de otra manera, optimizar el tiempo y tener un equilibrio mayor entre el trabajo y la familia”.

Para Juan Martín Argoitia y María José Sucarrat, de la Red de Empresas por la Diversidad (R.E.D.) de la Universidad Torcuato Di Tella, “la ampliación de licencias para los padres rompería la lógica de las tareas de cuidado y hogar como propias de mujeres, lo que les impide incluso desarrollar su formación o contar con espacios de esparcimiento y descanso. Además, refuerza la participación de los varones en lo que hace a responsabilidades y desarrollo de sus hijos. Aquellos que tienen la posibilidad de hacer uso de licencias extendidas interactúan en lo íntimo y crean vínculos positivos no solo para los niños, sino también en términos de igualdad con la mujer en el hogar. Desde la R.E.D. explican que las organizaciones pueden dar más días hábiles de licencia o aplicar incentivos y compensaciones adecuadas por paternidad, a las que suman modalidades de trabajo flexible o teletrabajo, lo que favorece a la familia y al cuidado de calidad”.

Ricardo, que trabaja como jefe de administración en una empresa editorial, acaba de ser padre de una beba por primera vez. Cuenta que le otorgaron veinte días de licencia por paternidad y que pudo participar de los primeros días de vida de su hija en la casa; hoy agradece haber podido ocuparse de situaciones cuando su mujer no daba abasto, pero también sabe que ya no será el mismo que hace solo tres semanas y no imagina cómo habría sido para él ese estreno de la paternidad si hubiera tenido que vivirla a distancia, vía celular y desde la oficina.

En ese sentido, el Ejecutivo (a través de una gestión del Ministerio de Trabajo con gremios y sindicatos) está abocado a modificar el régimen de licencias para extenderlas hasta quince días corridos. El borrador de ese proyecto de ley llegará al Congreso en los próximos días. “Buscamos ampliar la licencia para los papás, aumentar la materna y equiparar los beneficios para adoptantes y nuevas composiciones familiares. Actualizar la normativa permitirá, luego, trabajar innovaciones en otras políticas de cuidado”, sostiene Nicolás Mera, asesor de la Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales, a cargo de José Anchorena.

Podría decirse entonces que esto permitiría reducir una brecha de inequidad o, lo que es lo mismo, lograr que los papás no se vean obligados a transitar ese minuto a minuto de la vida de sus bebés a través de la pantalla de un celular. Acariciar, conectar, llorar de felicidad y encontrar el camino para alimentar ese vínculo eterno en el calor del hogar es una apuesta que, muy lejos de quienes lo ven como una mera pausa o período de descanso, puede consolidar el vínculo temprano, un mejor apego y transformar las bases de nuestra sociedad.

“La ampliación de licencias para los padres rompería la lógica de las tareas de cuidado y hogar como propias de las mujeres, lo que les impide desarrollar su formación o contar con espacios de descanso”, señalan desde la R.E.D. de la Universidad Torcuato di Tella.

Fuente: Por Luz Laici- Revista Sofhia

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