Materpaternidad: el desafío de dejar de ser dos

La llegada de un hijo o el ensamble familiar es un momento de mucha alegría, pero también puede convertirse en una instancia de crisis en la pareja. En esta nota, el psicólogo y sexólogo Mauricio Strugo nos brinda herramientas para volver a reencontrarnos con el otro y salir fortalecidos.

Materpaternidad: el desafío de dejar de ser dos

La llegada de un hijo o el ensamble familiar es un momento de mucha alegría, pero también puede convertirse en una instancia de crisis en la pareja. En esta nota, el psicólogo y sexólogo Mauricio Strugo nos brinda herramientas para volver a reencontrarnos con el otro y salir fortalecidos.


Las charlas distendidas, las salidas con amigos y las horas de sueño desaparecieron de la noche a la mañana. La llegada de un bebé a la casa es el momento más hermoso que puede vivir una pareja, pero todo nuestro mundo –tal como lo conocíamos– se vuelve caótico. La mujer, además del cansancio y el desorden hormonal, debe poner toda su atención en el bebé. Mientras tanto, el hombre intenta acomodarse a esta nueva realidad también desde su lugar.

“La llegada de un hijo es un acto hermoso, pero también es un cambio de vida que genera una gran crisis en la pareja, la cual puede atravesarse solo si aborda con conciencia y buen diálogo”.

El psicólogo y sexólogo Mauricio Strugo es especialista en terapias de pareja y autor del libro Antes, pareja. Ahora, padres. Cómo superar la crisis y fortalecer el vínculo. En su trabajo aborda por primera vez la materpaternidad como un suceso hermoso y trágico a la vez. Desde su propia vivencia como padre y la de acompañar muchos procesos terapéuticos, explica lo difícil que puede ser convertirse en familia y asegura que con la llegada de un bebé no todo es maravilloso y que los cambios que sucederán a partir de ese momento serán mucho más complicados de lo que se imagina.

“La llegada de un hijo es un acto hermoso, pero también es un cambio de vida que genera una gran crisis en la pareja, la cual puede atravesarse solo si aborda con conciencia y buen diálogo“, explica Strugo y continúa: “No existe material que hable sobre lo que ocurre con el hombre al convertirse en padre. ¿Cómo se aborda esta crisis en la pareja si una de sus partes no es tenida en cuenta? Ante el nacimiento de un bebé, tanto el hombre como la mujer están en cero. A pesar del cambio de paradigma en los que a roles masculino y femenino con respecto a la crianza de los hijos van cambiando, el niño o niña recién nacido depende completamente de la mamá y el hombre oficia más de secretario. Pero eso no significa que tengan un rol secundario, porque a medida que trabajan en equipo, el bebé irá también dependiendo más de su papá”.

Hacia una materpaternidad

Al observar en su consultorio el proceso que atravesaban los hombres en esta etapa Strugo decidió, hace siete años, crear un espacio exclusivo para ellos. Una vez por mes realiza una Peña para padres donde ellos expresan sus miedos, tristeza, dolor. Estos encuentros promueven la posibilidad de hablar en un espacio con una coacción grupal, donde todos pueden conectar. La edad del grupo oscila entre los 25 y 50 años y, según cuenta, a partir de esos cruces generacionales aparecen resultados muy positivos.

“Lo que debemos tener en cuenta es que por más que el hombre no exprese lo que siente –comenta el terapeuta y papá de dos hijos– no significa que no nos pase nada. Es bueno dar espacio, que todos podamos hablar, manifestar esta ausencia que se está sintiendo. Lo que pasa es que a veces estamos desbordados, la mujer tiene más en claro desde lo instintivo cómo proteger a su cría. El hombre a pesar del amor que siente por su hijo, siente celos, porque hasta la llegada del bebé contaba con una mujer disponible, que lo maternaba a él y eso, ahora, ya no existe”.

¿Y qué sucede cuando ese hijo o hija llega a una pareja que recién está comenzando?

–Cuando hay planificación familiar, la pareja tiene ese recorrido con sus cosas buenas y malas y sus integrantes van adquiriendo la madurez necesaria para plantearse el crecimiento de la relación. Pero cuando recién se están conociendo se produce una doble vía muy compleja: no conozco tus potencialidades y defectos y encima hay un tercero que depende de nosotros. Siempre digo que si tomamos la responsabilidad de traer un chico al mundo debemos ser responsables también de mantener el vínculo, porque el niño necesita de los dos. Hay que trabajar para tratar de seguir juntos. Ahora, si comienzan los conflictos, el destrato, la violencia, entonces solo queda ponerse de acuerdo para estar presentes sin dañarse.

–Un hijo no puede salvar un matrimonio…

–Por supuesto que no…. Lamentablemente, sucede muy frecuentemente que se crea que sí.  Es un error inconsciente. Pero cuando se termina el efecto novedad y comienzan a pesar la falta de sueño, los desacuerdos en la forma de crianza, empiezan los conflictos graves. Y el que más sufre es el chico que viene a tener un rol de amortiguador y no puede defenderse. Años más tarde, es habitual que haga síntomas físicos o emocionales. Por eso, si bien mantener la pareja unida es un trabajo que siempre vale la pena, el límite es la violencia o el destrato.

–¿Y cómo se vuelve a a despertar la libido tras ser padres?

–Después de la distancia que se generó es muy difícil volver a encontrarse, muchos a veces ni siquiera se miran. En el consultorio hago un ejercicio donde les propongo que se vuelvan a mirar a los ojos y se digan lo que realmente sienten. No se puede volver a lo que eran, pero sí pasar a una relación más madura. Tras ser padres, ambos vuelven de alguna manera a ser vírgenes. Hay que reconocerse, porque uno se vuelve torpe y el cuerpo cambia.

– ¿Y qué sucede cuando uno de los dos miembros de la pareja es padre de una relación anterior y el otro no? ¿Siempre conviene ensamblar?

–Para ensamblar dos familias lo más importante es que los adultos seamos conscientes del rol que vamos a ocupar. No podemos vivir con niños y no involucrarnos, porque si bien no son nuestros hijos también, de alguna manera, somos responsables de su educación. Debemos tener autoridad, pero siempre desde el amor y el respeto. Porque cuando la pareja de papá o de mamá no se mete, es un intruso. Es una persona que está ahí pero no está ni para lo bueno ni para lo malo. Entonces esa desorganización genera conflictos.

–Algunas parejas no aceptan los hijos del otro…

–Cada uno viene con su combo. Y aunque duela el ego, debemos entender que lo más importante para esa persona son sus hijos. Entrar en una competencia es absolutamente ridículo. Ese hijo debe sentir la casa de su mamá o su papá como suya y a la vez recibir el amor de la nueva pareja. Por supuesto, es fundamental que los adultos siempre tengan sus espacios y a solas.

Por Karina Bianco

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