En mi eterna búsqueda de vivir en mayor armonía conmigo misma, empecé a leer sobre el estoicismo.
El estoicismo es una escuela filosófica fundada en Atenas a principios del siglo III a. C.
Los estoicos de la antigüedad sostenían que, si bien no podemos controlar lo que sucede en el mundo, en el Universo y a nuestro alrededor, sí tenemos el poder de controlar la forma en la que pensamos al respecto y la forma en la que reaccionamos.
Según esta doctrina, los seres humanos debemos cultivar una forma de ser disciplinada, autocontrolada y tolerante, poniendo en práctica la razón y el coraje.
La renombrada “Dicotomía de control”, me resultó muy fácil de comprender con la analogía que utiliza Cicerón sobre el Arquero. Quien desea alcanzar el objetivo con su arco-
«De él (del arquero) depende la tensión de la cuerda y la dirección en la que apunta. Pero una vez que suelta la flecha, ésta dejará de estar en su poder y cualquier movimiento del aire o del objetivo podría alterar el resultado. O incluso, el propio blanco puede ser apartado por alguien para evitar la flecha, algo muy probable si el blanco es un soldado enemigo o un animal en movimiento».
Una ráfaga de viento, una gota de agua que caiga, cualquier factor externo puede influir en la trayectoria de esa flecha.
Más sobre: Dicotomía del control
Así es que, aprender a distinguir lo que podemos controlar de lo que no, nos puede brindar un sinnúmero de beneficios, evitando malgastar el tiempo en enojarnos, molestarnos o entristecernos por cosas que claramente no podemos controlar.
Nuestros valores, como ser honestos, comprometidos, disciplinados, proactivos, son parte de los principios que sí podemos adoptar para nuestra vida. Decidiendo así, ser fieles a los mismos.

Si, por ejemplo, me encuentro atrapada en el tráfico camino al trabajo, pegarme a la bocina, gritar y ponerme sumamente nerviosa no hará que el tráfico fluya.
Si en cambio, decido mantenerme calma, puedo aprovechar para escuchar un podcast, o reorganizar mentalmente mi mañana, transformando este tiempo en un momento productivo inesperado.
Ejemplos de cosas bajo tu control:
Tu actitud, tus reacciones, la gestión de tus pensamientos y de tus emociones. También lo es, cómo te valorás, de qué personas decidís rodearte, qué comés y bebés, cuanto tiempo pasás mirando redes sociales, televisión o noticieros, tu disciplina de cada mañana, tu actividad física, qué compras y consumís.
Ejemplos de cosas fuera de tu control:
Lo que piensen los demás, la situación política general, la economía, el clima, las acciones de los demás. Así, como el valor de determinada moneda, quienes sean los miembros de tu familia, las decisiones que tome la empresa en la que trabajás o quien sea tu jefe, el resultado de las elecciones.
Nadie ha dicho que sea tarea fácil. Una mentalidad estoica requiere trabajo y disciplina.
Finalizo con esta frase, que me pareció, de algún modo, estoica:
LAS PERSONAS NO DECIDEN SU FUTURO. LAS PERSONAS DECIDEN SUS HABITOS, Y SUS HABITOS DEFINEN SUS FUTURO.
Como Coach, puedo ayudarte a transitar el camino de aplicar el estoicismo a tu vida. Hacé de tus hábitos tu felicidad.
Mercedes Lagos

Coach Ontológico
pippa.lagos@gmail.com
Fuente imagen: https://www.psicologasilviagonzalez.es/

