Alimentación y Cáncer de mama

Hoy: Alimentación y Cáncer de mama

Octubre es reconocido por la Organización Mundial de la Salud como el mes de la sensibilización sobre el cáncer de mama. Es por esto que en el presente artículo se desarrollará la importancia de la alimentación y el estilo de vida en la prevención y tratamiento de esta patología. Titulamos a esta nota: Alimentación y Cáncer de mama

El cáncer de mama es uno de los más prevalentes a nivel mundial y el más frecuente en mujeres. A nivel nacional, las estadísticas realizadas por la agencia internacional Globocan en el año 2020, muestran que fue el de mayor magnitud, con 22.024 casos. De esta manera representó el 16,8% de todos los casos nuevos de cáncer y fue el primero en mujeres.

Existen distintos factores de riesgo para el desarrollo del cáncer de mama. Siendo los más importantes la edad y las causas genéticas. Pero en base a estudios observacionales, se pudo determinar que la obesidad también es factible de influenciar en su desarrollo.

Esto se podría relacionar a nivel fisiológico con los cambios endocrinos que presentan las mujeres con sobrepeso. Ya que el exceso de masa grasa corporal produce hormonas que promueven el crecimiento tumoral.

Por otra parte, es frecuente el aumento de peso tras el diagnóstico de cáncer de mama, sobre todo durante el tratamiento con quimioterapia u hormonoterapia (como por ejemplo, el Tamoxifeno).

Por lo dicho anteriormente, un estilo de vida saludable puede ayudar tanto a prevenir como a mejorar los resultados y la calidad de vida durante el tratamiento.


El objetivo no es realizar dietas restrictivas que puedan limitar el aporte de nutrientes, causar estrés emocional y no ser viables de sostener en el tiempo: el foco debe estar en mejorar la calidad de la alimentación. Aportando todos los nutrientes necesarios, a través de un plan acorde a las necesidades de la persona. Y que la contemple en todas sus dimensiones. Es decir, el plan se adapta a la persona y no al revés.

Por último, no quiero dejar de mencionar que la detección temprana es fundamental. Realizar los controles ginecológicos y estudios correspondientes permite el diagnóstico en estadios iniciales, aumentado las chances de curación hasta en un 90%.

El control mamográfico debe realizarse cada dos años en mujeres mayores de 50 años y a partir de los 40 años se recomienda conversar con el/la ginecólogo/a acerca del tipo de control necesario.

Lic. Tatiana L. Gusenko

Nutricionista – UBA

MN. 8528

Fuente imagen: Carta Abierta

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