¿Cuán a menudo no te sentís a gusto con vos misma y lo que haces?
¿Cuantas veces te sentís menos al compararte con otras personas, creyendo que pueden más y mejor con todo?
Si la respuesta es: a menudo, esto quiere decir que por lo bajo están operando voces internas que complotan contra tu bienestar: auto-crítica y auto-exigencia.
Buscar aprender, crecer, desarrollarnos para dar lo mejor de nosotras está muy bien, el problema reside cuando esto deja de funcionar como un motor y se transforma en un agobio. Es ahí donde buscar el cambio deja de ser productivo y se torna en un nuevo.
Cuando la auto-crítica y la auto-exigencia toman el mando en nuestra cabeza, aparecen pensamientos negativos y de rechazo hacia nosotras mismas, sentimientos de inferioridad y malestar que nos impulsan a buscar modelos externos que intentamos replicar y que muchas veces no funcionan y terminamos más frustradas.
Si muchas de esas cosas que queramos cambiar probablemente necesiten tiempo, y otras, simplemente no podamos, ¿cómo vamos a elegir vivir el mientras tanto?
Practicar la aceptación es el mejor regalo que podemos darnos.
Aceptar no significa que me tenga que gustar todo y adoptar una postura pasiva de resignación. Aceptar implica tener el valor de verme tal cual soy en este momento, me gusten o no. Es dejar de forzar y soltar ese ideal que tengo de mis misma. Es abrirme a la experiencia de mi imperfección, sin confundir ideales con posibilidades. Porque solo cuando estoy abierta a aceptarme, puedo liberar toda la energía que destino en pelearme a que sucedan cambios positivos en mí.
Esta es la maravillosa paradoja, ¡solo cuando suelto la lucha, cambio!
Valeria Ormaechea
Lic. de Psicología UBA
Atención psicológica individual y familiar
Mindfulness individual y grupal
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Fuente Imagen: esfacilsisabescomo.com
Un comentario sobre «Abrazar mi imperfección»