Tu hijo no quiere dormir solo… y tiene buenas razones

Llega la noche, llega la hora de dormir y descansar… pero en muchos hogares, lejos de suponer el tranquilo final de la jornada, parece más bien el comienzo de un espectáculo. Los padres quieren que el niño se duerma en su habitación, pero el pequeño tiene otros planes. Su estrategia varía en función de su edad. Cuando es muy pequeño, llora y reclama atención. A medida que crece, el abanico de opciones se amplía. Pide otro beso. Negocia un cuento más. Quiere un vaso de agua. O levantarse a hacer pis. Su lista de excusas y subterfugios no tiene fin. Lo que sea con tal de no quedarse silenciosamente en su cama.

Con frecuencia, el show culmina a altas horas de la madrugada. El niño se había dormido después de un prolongado pulso… pero en mitad de la noche intenta colarse en la cama sus padres. Los adultos afrontan un dilema en horario intempestivo. Claudicar y permitir que se salga con la suya o iniciar una nueva guerra. Al margen de la solución momentánea que adopten, si el panorama es similar a este, por la mañana despertarán con la impresión de que algo falla. ¿Por qué el niño no quiere dormir solo?

¿Hemos olvidado nuestra naturaleza?

“Los seres humanos nacemos siendo más inmaduros que cualquier otra especie animal”, señala Alberto Soler en el curso «El sueño en la infancia». La mayor parte de los mamíferos nace con un cerebro de entre el 60 y el 90% del tamaño que alcanzará en su edad adulta. En el caso de los seres humanos, hablamos de un 25%, una diferencia más que sustancial. Sobran ejemplos que lo dejan aún más claro. Basta comparar cuánto tarda en incorporarse y caminar una cría de vaca y cuánto tiempo necesitamos los seres humanos para completar ese proceso madurativo. Eso sí: a nadie se le ocurre presionar a un bebé de tres meses para que empiece a caminar.

Muchos expertos manejan el concepto de exogestación. Una segunda gestación posterior al embarazo, una larga etapa durante la que el bebé humano irá conquistando su autonomía. Durante muchísimo tiempo necesitará tener un adulto cerca casi en todo momento. No puede desplazarse por sí mismo, ni protegerse de un peligro. Tampoco sabe cómo mantenerse limpio y caliente, ni cómo conseguir alimentos. El pequeño tiene presentes estas necesidades las 24 horas. Esto incluye la noche. Pero en numerosas culturas occidentales se ha impuesto la creencia de que lo ideal es que pase las noches solo cuanto antes. “Nuestra biología no ha cambiado en los últimos 130.000 años. El bebé no sabe si está viviendo en una caverna o en una casa”, explica Alberto Soler.

Las tendencias actuales y sus riesgos

La mayor parte de los adultos que consideran conveniente presionar a los niños para dormir en su propia cama, en un dormitorio separado, lo hacen convencidos de que están fomentando su autonomía e independencia. Hay quien lo lleva al extremo, aplicando el conocido ‘método Estivill’. Sin embargo, lo único incontestable es que no existe evidencia científica que respalde este tipo de planteamientos. No se puede afirmar que los niños que duermen solos desde edades tempranas tengan más posibilidades de desarrollar personalidades independientes. Pero aún así, se dice y se asegura muy a menudo.

Lo peor es que, cuando un niño no es capaz de adaptarse a estas condiciones, se habla de patología o mal aprendizaje de hábitos. Mientras, durante la mayor parte de la historia y en la mayoría de culturas del mundo se ha practicado y se continúa practicando colecho, sin que esto suponga que los jóvenes sean menos autónomos al crecer. “Son pocas las culturas que consideran aceptable dejar dormir solo a un bebé”, comenta Alberto Soler. Pecamos de etnocentrismo, creyendo que lo que asumimos como normal es considerado igualmente razonable en todas partes.

En el curso «El sueño en la infancia», el psicólogo enumera los riesgos de presionar a los bebés para dormir solos de manera prematura. “La privación del contacto materno en la primera infancia tiene efectos importantísimos en el sistema de respuesta al estrés y puede predisponer al niño a sufrir patologías como ansiedad o depresión”, advierte. Por otro lado, la arquitectura del sueño cambia en los niños que duermen en solitario. Todo esto por no detenernos en las necesidades alimenticias de los lactantes. “Parece normal que la naturaleza tenga previsto que los bebés se despierten con frecuencia, aunque sea para comprobar que su madre sigue ahí”, concluye Soler.

¿Por qué los niños siempre quieren algo más antes de dormir?

Puede que consideres un simple capricho ese cuento más que te pide tu hijo. O que se levanta para ir al baño sin otro objetivo que fastidiarte. Quizá creas que te pide otro vaso de agua con ánimo manipulador. Incluso puedes resolver que tiene un problema que debes tratar y solucionar. No es así. “Los reclamos de los niños cuando se les pone a dormir en solitario no deberían verse como conductas patológicas, sino como conductas normales con un valor adaptativo”, apunta Alberto Soler.

Aunque tu hijo tenga dos, tres o cuatro años, todavía depende de ti para un montón de cosas. Él lo sabe porque lo siente. Por eso necesita tener la seguridad de que puede contar contigo. De que acudirás si algo ocurre. Inventar un sinfín de peticiones no es una estrategia para sacarte de tus casillas, sino una forma de comprobar que estás ahí. Nos hemos convencido de lo contrario y por eso nos cuesta entenderlo, pero igual que los niños necesitan tiempo para caminar, hablar y comer sin ayuda, a veces lo necesitan para sentirse completamente seguros pasando la noche sin compañía. Y no hay nada de patológico en ello.

Tomas Magaña

Blog de escuela Bitacoras

Fuente Imagen: Bebes y mas

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