ultraprocesados en la alimentación infantil

¿A qué se llaman alimentos ultrapreocesados?

Los alimentos ultraprocesados son formulaciones industriales principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, además de aditivos y cosméticos que dan color, sabor o textura para intentar imitar a los alimentos. Dentro de este grupo de alimentos se encuentran las bebidas azucaradas, precocinados, panadería industrial, carnes procesadas, galletitas comerciales, lácteos azucarados, postres, dulces, cereales refinados, pizzas comerciales, prefritos congelados, snacks, los productos light o diet, etc.

¿Cómo identificar un alimento ultraprocesado?

Si contiene más de 5 ingredientes distintos y entre ellos figuran los azúcares, las harinas refinadas, los aceites vegetales refinados, los aditivos o la sal, se trata de un producto ultraprocesado.

El sistema NOVA, diseñado por expertos de la Universidad de Sao Paulo (Brasil) han establecido una nueva clasificación de los alimentos atendiendo en el grado de procesamiento y transformación que han sufrido los mismos. De este modo, han establecido 4 grupos:

  1. Grupo 1: alimentos nada procesados o muy poco procesados.
  2. Grupo 2: ingredientes culinarios.
  3. Grupo 3: alimentos procesados.
  4. Grupo 4: alimentos ultraprocesados.

La lista es interminable. Además, este tipo de productos son considerados como de alta densidad energética: es decir, con pequeñas raciones de un producto, la gran mayoría de las kilocalorías consumidas provienen de azúcares y grasas no saludables además de contar con un elevado porcentaje de sal. Sin embargo, son productos que abarrotan las estanterías de nuestros supermercados. Son accesibles, fáciles de conseguir y de transportar a cualquier lugar; muchos de ellos están listos para consumir directamente o en su defecto para simplemente calentar y comer y se han adaptado perfectamente al ritmo acelerado de nuestra vida actual. La población infantil, en este sentido, es uno de los grandes consumidores de productos ultraprocesados y son el eslabón más débil.

Los alimentos ultraprocesados son una de las principales causas del cambio de consumo de alimentos en nuestra sociedad. Su consumo ha aumentado de manera considerable en los últimos diez años y numerosos estudios ya relacionan el consumo de estos productos con el aumento de las cifras de sobrepeso, obesidad y el aumento de enfermedades no transmisibles.

Por lo tanto, su consumo desplaza o sustituye el consumo de alimentos como frutas y verduras frescas, cereales, legumbres, carnes, los cuales deben ser la base de una alimentación saludable, completa y equilibrada.

Otro factor que tiene elevada repercusión en el cambio de hábitos de las familias y de la población infantil es el impacto del marketing a través de diferentes medios publicitarios. Los niños siendo un blanco fácil de la publicidad ceden a los impulsos de estas empresas y de sus campañas publicitarias. Las familias que tienen economías de nivel bajo se ven condicionadas a consumir alimentos no saludables con un elevado índice calórico entre otras causas debido a que su precio es más reducido que el de los alimentos frescos y más saludables.

¿Cuáles son las consecuencias en la salud futura de los niños y niñas del consumo excesivo de estos productos?

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 1975 y 2016, la prevalencia mundial de la obesidad se ha triplicado pasando de un 4% de obesidad en 1975 a más del 18% en 2016. En ese mismo año, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos y en términos generales, más de 340 millones de niños y adolescentes (de 5 a 19 años) sufrían de sobrepeso u obesidad .

Como ocurre en los adultos, el padecer obesidad en la infancia y adolescencia supone una mayor prevalencia de sufrir factores de riesgo de enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, síndrome metabólico, peor autoestima y calidad de vida de los niños que padecen sobrepeso u obesidad; además de tener multitud de patologías asociadas en la edad adulta. Por eso, es de vital importancia detectar este problema en edades tempranas y poner en marcha estrategias eficaces para frenar este problema que ya es considerado una epidemia mundial en el siglo XXI.

La obesidad constituye un factor de riesgo elevado para padecer alguna de las enfermedades crónicas más prevalentes además de provocar un fuerte impacto en la mortalidad en la edad adulta 

Se estima que tan sólo el 5% de los casos de obesidad infantil son producidos por los factores intrínsecos, es decir, sólo 5 de cada 100 casos de obesidad infantil son causados por la predisposición genética del niño al sobrepeso/obesidad; el resto son asociados a los factores extrínsecos. Si bien los factores extrínsecos o ambientales influyen de forma sustancial en el aumento de las cifras de obesidad infantil y deben ser considerados un factor determinante en la aparición de la obesidad infantil. De entre éstos, cabe destacar el «ambiente obesogénico» en el que vivimos en la actualidad que viene caracterizado por un aumento de los productos ultraprocesados y una disminución de la actividad física.

Prevenir el sobrepeso, obesidad y trastornos alimentarios radica en hacer frente al ambiente obesogénico que predomina en la sociedad actual a través de herramientas como la educación y la promoción de la salud en el ámbito familiar y escolar. Los escolares y adolescentes constituyen un grupo de población ideal para configurar hábitos alimentarios y de vida saludables que persistan en etapas posteriores de la vida.

Respecto a los hábitos nutricionales, el consejo debe ir encaminado a reducir el consumo de alimentos de alta densidad energética, disminuir el consumo de grasas de origen animal e incrementar el de grasas de origen vegetal; aumentar el consumo de frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos disminuyendo por otro lado el consumo de bebidas azucaradas y el consumo de azúcares en la alimentación.

Iniciar una educación nutricional en estas edades es un elemento clave para adquirir hábitos de vida saludables que se prolonguen en el tiempo. Este tipo de educación debe ser realizada tanto por la familia, como por la escuela y tantos organismos estén implicados en la promoción de este tipo de educación nutricional.

En nuestro país, el proyecto de “Ley del Etiquetado Frontal”, propone actualizar las leyendas de las etiquetas o envoltorios de los alimentos que habitualmente se comercializan en los supermercados, incluyendo señales en forma de “sellos” de advertencia de mayor claridad, a fin de que las personas puedan tener la posibilidad clara de identificar entre un producto ultraprocesado y otro saludable.

Desde el ámbito de la prevención, se debería hacer hincapié en detectar la población de riesgo para promover en ésta hábitos alimentarios saludables para poder lograr un equilibrio energético y nutricional según los requerimientos energéticos adecuados a la edad y al nivel de actividad física. La prevención primaria es por tanto, la base a partir de la cual luchar contra la obesidad infantil debiéndose llevar a cabo de forma precoz durante los primeros años de vida de los niños/as.

Por último, hacer hincapié en que las intervenciones en educación nutricional son herramientas indispensables para luchar con la epidemia del siglo XXI entre nuestros jóvenes que es la obesidad infantil. Resultaría útil incrementar el uso de programas de prevención primaria y secundaria en todos aquellos ámbitos que constituyen el entorno más cercano donde crece y se desarrolla el niño. Asimismo, destacar el rol de los profesionales dedicados a la salud de esta población, que puedan realizar prevención primaria del sobrepeso y obesidad, como también la promoción de hábitos de vida saludables.

Lic. Mariana Pérez

Nutricionista

@mp_nutricionsaludable

mpnutricionsaludable@gmail.com

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