Los dos tiempos de la sexualidad

El cuerpo púber o adolescente

Podemos pensar un primer florecimiento de la sexualidad en el niño alrededor de los cinco años. Se traslada todo el interés a sus genitales, en ese momento, se observa un recrudecimiento de la sexualidad. Allí los niños quieren saber y en algunos casos toman como novio a uno de sus progenitores, los intentan seducir esto sucede un tiempo antes de la represión de la sexualidad infantil fruto de una desilusión. Titulamos a esta nota: Los dos tiempos de la sexualidad.

La niña se siente defraudada ante un reto de su mamá, intenta acercarse a su padre. El niño durante sus intentos de seducción, en alguna ocasión alguien le prescribe una amenaza, por la que decide no continuarlos. Surge la represión con entrada en la escuela primaria, en donde el aparato psíquico se organiza para empezar a estudiar, aprender a leer, escribir y realizar cuentas. En los dibujos el niño se observa más ordenado, vemos la línea de tierra y de horizonte, en su estado de ánimo más tranquilo.

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Un nuevo florecimiento ocurre en la pubertad, once y doce años llamada por Freud la metamorfosis, los cambios físicos, provocan y anticipan una incomodidad y cambio psíquico.

Surgen ritos de iniciación en esta época, prácticas que implican marcas en el cuerpo, compartir secretos con los adultos. El varón puede ser iniciado en el acto de hacer un asado o jugar al truco, pasar a formar parte del mundo de los adultos. Ubicarse en ciertas escenas como su padre o como su madre. ( Lo que implicaría una elección sexual ).

Hay una exploración y descubrimiento del propio cuerpo, durante esta etapa imperan las fantasías inconscientes, el juego pasa a ser un fantaseo durante esta etapa. Las niñas leen o ven películas.

Los varones tal vez aplican un poco menos en la actualidad estas fantasías, se encuentra el video juego como un sustituto de las descargas que todavía no pueden efectuarse en la realidad.

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Es cierto que los enojos durante esta etapa son más feroces con sus mejores amigos ( por el recrudecimiento sexual, esos vínculos se vuelven en ocasiones angustiantes). También se observa en estos momentos cierta fragilidad o labilidad. Las máscaras imaginarias donde se construyen los juegos con distintos personajes se van modificando como en el teatro, se van cambiando las máscaras para encontrar su propia identidad.

En la pubertad ya está la posibilidad de quedar embarazada, ser madre o padre, surge la posibilidad del encuentro sexual, por eso las escenas incorporan aspectos que en el niño no entraban en juego.

En estas épocas el amor y la sexualidad toman un tinte en ocasiones dramático. No olvidemos la tan famosa obra de teatro de Romeo y Julieta, eran adolescentes. Podemos pensar que estos escenificaban una anterior generación. ¿Cómo imaginan los aspectos de la actual generación? .

Mi impresión es que incorporan cuestionamientos a los roles femeninos y masculinos. Ya no se observa tanta polarización..tendríamos que pensar los nuevos efectos de esa difuminación del binarismo sexual.

El lugar del padre podríamos pensar que es mantener un diálogo respetando el espacio de construcción de la propia privacidad.

Un padre de un paciente me dice.. “ no quiere que lo toque”.. a lo cual objeto, pués claro, es un adolescente. El cuerpo adolescente precisa distanciarse del cuerpo del niño. Con lo cual también se distancia del cuerpo de los padres cuando recrudece la sexualidad.

Por ello, podríamos decir es una distancia necesaria, y los padres tendrían que respetarla, permitirla sin invadir ese territorio de privacidad. Claro que también son necesarios ciertos límites.

Lic. Patricia Caronna