Los Límites determinan lo permitido y lo no permitido. Son absolutamente necesarios ya que organizan y crean una realidad. Permite que los chicos se sientan seguros y contenidos, ya que el límite marca un borde necesario para que no sientan que “se desbordan o se derritan” en el principio del puro placer.
Ahora bien, la puesta de límites, conlleva un proceso:
- Es necesario, que el adulto que quiera transmitir un límite, sea un adulto que de manera asertiva los ponga en su vida en general, por ejemplo, diciendo que NO a aquello que le genere malestar en cualquier ámbito.
- Se aprende a poner límites, así como los niños aprenden a aceptarlos. No quiere decir que mañana voy a poner un límite a mi hijo y éste lo va a aceptar sin peros. No sucede que de un día a otro el adulto marca un borde y lo hace de manera correcta. Se construye, día a día, atendiendo a las características del niño, del contexto, del adulto a cargo.
- El borde o límite que se establece debe ser siempre acorde a la edad del niño, sino no funciona. Recordemos que los niños atraviesan diversas etapas del pensamiento, y que el adulto debe respetar.
- Tener en cuenta que, cuando se utiliza la Anticipación, no se evita el berrinche ni cualquier otro tipo de comportamiento que, desde la mirada adulta, es un “mal comportamiento”.
- El límite es salud, para todas las personas. Nos debemos correr de esa mirada adultocéntrica que pone el límite para no perder el control, los niños no son robots.
El establecimiento de límites, consta de dos etapas:
- La transmisión del límite: para transmitir limites, hay que dialogar y explicar mucho las cosas, los chicos no nacieron sabiendo. Pero, para que ese mensaje llegue, debe tener ciertas características. El limite debe ser predecible, es necesario establecer rutinas (flexibles) y un orden, para que los chicos sepan qué pasa cuando se cruza un límite. Una buena opción, es anticipar también. Por ejemplo, se establece un horario para hacer las tareas, y con el tiempo, van a dejar de enojarse cada vez que llegue esa hora. Para poder establecer estos límites, es necesario que los cuidadores del niño estén de acuerdo, y manejen el mismo límite. Jamás deben desautorizarse entre adultos, mucho menos frente al niño. El mensaje debe ser claro: tenemos que estar seguro de que el niño entendió lo que le pedimos, entonces se le debe explicar cómo lograrlo. Siguiendo el ejemplo de las tareas, tenemos que establecer un horario, nombrar los elementos necesarios para que la lleven a cabo, designar un espacio. En fin, lo que está permitido y lo que no, debe ser transmitido eficazmente y mediante la palabra, no va a ser automático ni se va a lograr de un día a otro. Conlleva tiempo, es un proceso. El límite debe ponerse de manera firme: sin gritos, ni enojos, con actitud serena pero firme. No basta con decir, es necesario transmitir con el lenguaje corporal. Si damos seguridad, reciben seguridad. Los papás debemos tener una conducta coherente con lo que pedimos: los chicos aprenden mucho más de lo que ven. Es necesario enseñar a través del ejemplo.
Es muy necesario ser pacientes y calmos, porque los limites no se aprenden de un día a otro. Los chicos necesitan padres seguros y tranquilos.
También, los límites deben ser flexibles: deben ser modificados a medida que el niño crece y gana autonomía.
- Transgresión- consecuencias: sí, es necesario muchas veces que los niños transgredan para que aprendan que ahí hay un límite. Las consecuencias van de acuerdo a la edad, es simplemente una quita de ciertos privilegios por un período de tiempo corto, breve, para que se pueda tolerar de ambas partes: por ejemplo, no ver tv hasta x hora. Nunca un golpe, grito, insulto, encierro, castigos insostenibles, ni demás actitudes hirientes. No humillarlo ni dejarlo expuesto en público. No se aplica una consecuencia de transgresión cuando el niño no tiene la edad madurativa para comprenderla. Siempre se debe tener en cuenta si ese límite que cruzó, fue previamente anticipado, explicado y entendido por el niño. Esa es nuestra responsabilidad. Estas consecuencias, también deben ser explicadas de manera clara, nunca un “porque yo lo digo”.
Lo más importante de este proceso, es que la puesta de límites repercute directamente en la autoestima de los niños. Van a aprender a amarse y poner límites asertivos con las demás personas, o todo lo contrario: dejan de quererse a sí mismos y obedecen por miedo. Y por supuesto, esto trae consecuencias en la vida adulta.
Empecemos por nosotros, los adultos, a respetar las infancias. No cualquiera puede venir y “retarlo” de manera brusca, sin respetar los modos y las formas de educación del niño, sin respetar al niño y a su adulto a cargo. Respetemos su espacio, sus emociones, acompañemos sus berrinches, sus momentos de llanto. Son personas. No son robots. No formemos personas que actúan desde el miedo, formemos personas sanas.
Sofía Belén Fernández
Lic. en Psicopedagogía
IG @licsofifernandez
pspsofia@hotmail.com
Fuente imagen: Telediario digital