El verdadero acto de amor propio
Durante mucho tiempo creí que ser querida era sinónimo de estar siempre disponible. Que decir que sí, aunque no tuviera ganas, me iba a garantizar afecto, aprobación y pertenencia. Como si ponerme en segundo plano fuera la forma de asegurar que no me dejaran de lado. No me pasó a mí sola. Muchas veces, sin darnos cuenta, aprendemos a complacer como forma de vincularnos. A estar para los demás, incluso cuando eso significa dejarnos a nosotros mismos afuera. Y aunque parezca contradictorio, cuanto más intentamos agradar, más nos alejamos de lo que realmente somos. Porque decir que sí todo el tiempo, muchas veces, es decirnos que no a nosotros. Hoy: Dejar de complacer para empezar a escucharte.
El costo emocional de decir que sí todo el tiempo
Vivir complaciendo desgasta. Cansa. Frustra. El costo de decir que si todo el tiempo a los demás es muy alto: empezas a hacer cosas que no queres, a postergarte, a sentir que no te escuchas. Cuando vivís diciendo que sí a todo, no haces más que decirte que no a vos. Y eso es algo que no podes seguir ignorando. Escucharte no es más que un acto de amor propio. No es egoísmo, es autocuidado. Significa frenar y preguntarte: ¿Qué necesito? Qué quiero? ¿Esto lo hago por deseo o por miedo?
Empezar a escucharte es comenzar a elegir desde el deseo y no desde la obligación. Desde la autenticidad y no desde el “quedar bien”. Y sí, al principio da miedo y claro que cuesta. Porque cuando dejas de complacer aparece el riesgo: ¿y si se alejan? ¿y si no me quieren más? Pero también aparece la libertad. La paz de ser fiel a vos.
Poner límites también es amor
Una parte fundamental del amor propio es aprender a poner límites, es decir, a decir que no, a expresar lo que te incomoda, a darle lugar a lo que te hace bien. Los límites no son barreras. Son señales de respeto o mejor dicho, una manera de decir: “Te quiero, pero también me quiero a mí.”
Empeza por lo simple. Repetite las veces que haga falta: “Hoy no puedo”, “Necesito pensarlo”, “Prefiero esto otro”, o lo que te salga más fácil. De esta forma vas a ver cómo, de a poco, tu mundo se acomoda a vos, en lugar de que vos vivas intentando acomodarte al mundo.
Complacer al otro puede ser una forma de cuidarlo, pero ojo porque puede llevar a que te desconectes de tus deseos, necesidades o interés. Lo que comienza como un gesto de cariño se vuelve una carga. Dejar de complacer a otros no significa dejar de amar. Significa empezar a amarte también a vos. Y recorda que el vínculo más importante de tu vida es con vos mismo. Por eso escúchate, cuídate y elegite.
Si sentís que te cuesta poner límites, que es difícil decir que no o que te van a dejar de querer por decirlo, déjame decirte que si eso pasa entonces el vínculo no era tan importante. Ningún amor (de amistad, de familia, de pareja) vale más que por encima de tu amor propio.
Que esta nota te abrace, y te inspire a dar ese paso. El paso de empezar a ser más fiel a vos, de vivir sin dejarte de lado. El amor propio se reconstruir con pequeños actos, decir que no es uno de ellos.
Por: Carla Durante

Lic. en Psicología
Especialista en Psicología del Deporte
Enfoque TCC
Carla.durante@hotmail.com
Más sobre el tema: