Los abuelos no vuelan

Hoy: Los abuelos no vuelan

Cuando Fran tenía 3 años le preguntó a su mamá en dónde estaba el abuelo Mario. La mamá que no se esperaba esa pregunta en ese momento y esquivando el tema le respondió: “el abuelo Mario se murió y se fue al cielo”. El niño salió de inmediato al balcón y mientras miraba el cielo, entre angustiado y desilusionado, dijo “pero si los abuelos no vuelan”…

Esta mini viñeta ilustra tanto la pregunta e indagación del niño acerca de la muerte. Como así también una respuesta que en lugar de calmar puede provocar aún más ansiedad y confusión.

Cuando hablamos con niños y niñas de edades más chicas, debemos saber que estamos en el plano de la literalidad.

Es frecuente escuchar en las consultas, que ante alguna situación de fallecimiento en la familia, los adultos con el fin de “ahorrar sufrimiento” terminan incrementando el mismo. Cuando en vez de explicar sobre el tema, les dicen que la persona/mascota fallecida “se fue al cielo” o que ” está en alguna estrella”.

A partir de esto, nos preguntamos acerca de ¿Cómo hablar de la muerte con los niños y niñas?

Y la respuesta es intrínseca a la pregunta: hablar, poner palabras, acompañar con la verdad y escuchar es fundamental para aliviar el dolor de una pérdida.

Poder explicar al niño o niña qué sucede cuando alguien muere, de la manera más natural posible y siempre diciendo la verdad.

Françoise Dolto plantea que " todo ser humano tiene la misma capacidad de comprensión desde el nacimiento hasta su muerte". Es importante tener presente esto para derribar mitos y creencias tales como " es chico, todavía no entiende". O bien, en el otro extremo, nos encontramos frente a situaciones donde los adultos dan por sobrentendido toda la situación, siendo incapaces de poder simbolizar algo al respecto.

En cualquiera de los casos, no estaría circulando la palabra y el proceso de duelo podría estar siendo obturado.

Del mismo modo, tener esto en cuenta para cualquier situación difícil que se presente en la vida de los niños o niñas, ya sea la enfermedad de un familiar, la muerte, separaciones de los padres, mudanzas, etc.

Poder dirigir la palabra al niño desde la verdad, respondiendo a su necesidad de saber. De esta manera, estaremos conteniendo y aliviando el dolor. En algunos casos, lo que resulta más difícil para el niño es la falta de acompañamiento y la soledad, en la que puede sentirse o encontrarse, que la perdida en sí misma.

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En todos los ejemplos, hay una gran resistencia por parte del adulto de tratar de abordar el tema de la muerte.

Ya que es la gran incógnita que trae aparejada la vida, causando angustia e incomodidad para ser transmitida o explicada a los más pequeños.

Otro punto importante a tener en cuenta es contar con anticipación lo que podría llegar a suceder. Lo cual es fundamental para que el impacto no sea devastador, por ejemplo, avisarles si alguna persona cercana está enferma, o si se agravo una situación.

Explicar claramente que no se va a volver a ver a esa persona una vez fallecida. Y que el niño pueda despedirse, ir al velatorio o al cementerio si así lo desean, son partes importantes para el comienzo de cualquier duelo.

Asimismo si no desean participar de dichos rituales, no habrá que insistir ya que esto podría generar culpa. Por ello insistimos en prestar atención a la necesidad de cada niño o niña.

Validar sus emociones es muy importante, y no caer en reprimir llantos o tristezas con expresiones tales como “no llores, no estés triste”

Debemos acompañar, como también contener al niño. Y explicar que es lógico que este triste, dándole lugar a lo que siente. Y que pueda expresarlo es sustancial para comenzar el proceso del duelo.

Lic. Melina Galati

Mat. 43539

Lic. Marisol Ceffalotti

Mat. 134822

Directoras de Aún Espacio Terapéutico

Fuente imagen: Microjuris.com

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