Jugar también es aprender

Pasar de infantil a primaria implica un drástico cambio para los niños y niñas.

De repente, ya no se juega como antes!

Jugar se vuelve una pérdida de tiempo cuando en realidad, y de acuerdo con las neurociencias, al cerebro le encanta jugar y así aprende más y mejor.

¡Ni hablar del paso de primaria a secundaria! El juego casi desaparece por completo.

Sin embargo, hoy se sabe que el juego es un recurso súper motivador que nos permite conectar más fácilmente con cualquiera de los conceptos que se están trabajando en la clase.

Los estudiantes disfrutan, se ríen, y aprenden.

Jugar le ofrece a los niños, niñas y adolescentes miles de posibilidades para lograr su desarrollo y potenciar sus capacidades como investigar, crear.

Divertirse, descubrir, fantasear o ilusionarse.

Durante el juego, la tensión disminuye, el estrés también y entonces el proceso de aprendizaje se ve favorecido porque jugando.

Los estudiantes tienen menos miedo o vergüenza de hablar, comunicar ideas, e incluso de equivocarse.

En este ambiente relajado y de confianza no sólo se aprenden contenidos, si no también valores, a resolver conflictos de manera constructiva.

Y a comunicarse de manera efectiva.

¿Cuáles son los beneficios que aporta el juego a los procesos de enseñanza-aprendizaje?

1-Potenciar el desarrollo intelectual (funciones ejecutivas como atención y memoria)

2-Potenciar el desarrollo social (trabajo cooperativo)

3-Potenciar el desarrollo físico (correr, saltar, bailar, etc.)

3-Potenciar el desarrollo emocional (gestión y autorregulación de las emociones)

Hoy por hoy, los educadores se están replanteando el papel del juego en las aulas, repensando otras maneras de enseñar para potenciar los aprendizajes.

Aunque no parezca, el juego revela mucho acerca de los estudiantes:

-Quién lidera el grupo, quién comunica, qué comunica y cómo lo hace, cómo participa cada persona,.

Qué necesidades personales tienen, qué miedos o dificultades, cómo toman decisiones, etc.

-Cuando trabajan en equipo podemos observar cómo se organizan, cómo distribuyen sus roles y qué dificultades tienen a la hora de trabajar todos juntos.

Cómo expresan emociones, algunos disfrutan del mero hecho de jugar, otros quieren ganar sí o sí, y comienzan a aparecer emociones naturales a las que debemos prestar atención.

Es un buen momento para trabajar autorregulación también!

En definitiva, el juego ayuda a la consolidación del grupo e invita a entender la relación entre los estudiantes en las aulas, y fuera de ellas, de una manera dinámica.

Los alumnos son protagonistas del proceso de aprendizaje de una forma activa y entusiasta.

¡A jugar!

Autoras

Prof. Y Magíster en Educación Patricia Chujman

Lic. Belinda Tancredi, psicóloga

IG: @aprendizajeybienestar

construyendocaminoscreativos@wordpress.com

orientadorascreativas@gmail.com

Fuente imagen: Red Cenit

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