La paciencia es una virtud que se ha valorado a lo largo de la historia. Pero últimamente en un mundo que está marcado por la inmediatez y la gratificación instantánea, aprender a esperar se ha convertido en un verdadero arte. Desde el punto de vista psicológico y neuropsicológico, esta habilidad no solo es esencial para el bienestar emocional, sino que también influye en nuestra capacidad para tomar decisiones, alcanzar metas y desarrollar relaciones saludables debido a que involucra procesos cerebrales complejos. Hoy: El arte de aprender a esperar.
Esperar puede ser difícil o un reto para algunos. A menudo, se asocia con la ansiedad, incertidumbre y la frustración. Sin embargo, el acto de esperar puede transformarse en una experiencia enriquecedora si se aborda con la mentalidad correcta. Además, cuando hablamos de esperar, estamos haciendo referencia a un proceso cognitivo. El mismo involucra diversas áreas del cerebro tales como la corteza prefrontal, responsable de las funciones ejecutivas como la toma de decisiones y la planificación, juega un papel crucial.
Las diferentes investigaciones psicológicas y neuropsicológicas han demostrado que la paciencia está relacionada con la capacidad de la autorregulación, activación de la corteza prefrontal y el sistema de recompensa. Este proceso involucra la gestión de impulsos y emociones, permitiéndonos resistir la tentación de buscar recompensas inmediatas.
Estudios como los del famoso “experimento de la golosina” de Walter Mischel han enseñado que los niños que pueden esperar por una recompensa más grande, en el futuro tienden a tener logros académicos más altos y mejores habilidades sociales. Este estudio resalta cómo la capacidad de esperar está relacionada con el autocontrol, autorregulación y el desarrollo de funciones ejecutivas.
Por otro lado, la capacidad de esperar también tiene un profundo impacto en nuestras relaciones interpersonales. La paciencia nos permite escuchar activamente, empatizar y construir conexiones más fuertes. En el contexto de conflictos, ser capaz de esperar y reflexionar antes de reaccionar y actuar puede conducir a resoluciones más constructivas y satisfactorias.
Sin embargo, en muchas ocasiones no contamos con las estrategias para aprender a esperar.
Te comparto algunas que pueden ayudarte en la auto regulación para manejar la ansiedad e incertidumbre que causa los distintos eventos de la vida:
- Mindfulness y técnicas de relajación: La práctica de la atención plena puede ayudarnos a centrarnos en el momento presente, reduciendo la ansiedad asociada con la espera. También puede alterar la actividad cerebral, promoviendo una mayor conexión entre la corteza prefrontal y las áreas del sistema límbico. Con esto, podemos aprender a observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, lo que facilita el manejo de la frustración.
- Reformulación cognitiva: Cambiar la manera en que pensamos sobre la espera puede ser gratificante personalmente. En lugar de verla como una pérdida de tiempo, podemos interpretarla como una oportunidad de aprendizaje, crecimiento y así poder prepararnos para lo que está por venir.
- Entrenamiento en la toma de decisiones: Practicar la toma de decisiones en un entorno controlado puede fortalecer la corteza prefrontal. Algunos juegos de estrategia o simulaciones que requieren planificación a largo plazo pueden ayudar a mejorar la capacidad de esperar.
- Visualización de resultados positivos: La visualización de recompensas futuras puede activar el sistema de recompensa sin necesidad de gratificación inmediata. Imaginar los beneficios que puede tener el esperar puede fortalecer la motivación para resistir impulsos a corto plazo.
Y para concluir, es importante entender que el arte de aprender a esperar es un proceso que requiere práctica y autoconocimiento. En un mundo que constantemente nos empuja hacia la inmediatez, la corteza prefrontal, el sistema de recompensa y la regulación emocional es crucial para desarrollar la paciencia. Desarrollar la paciencia puede ser un desafío, pero también una fuente de fortaleza.
Al entender el proceso detrás del aprender a esperar, podemos implementar estrategias efectivas para fomentar la paciencia y mejorar nuestras habilidades de autorregulación en la vida cotidiana. Aprender a esperar no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también nos prepara para enfrentar los desafíos futuros con una mayor resiliencia.
Derechos de Autor: Karla Argentina de León Rodriguez
Psicóloga clínica – Educadora especial -Neuropsicología
Matrícula: Colegiado activo 12,770
Nota escrita en exclusiva para revista “Somos Infancia“
Fuente imagen: https://www.religiondigital.org/