“Al romper el silencio, Abrimos paso a la voz del alma”.
El duelo perinatal acontece tras la pérdida de un embarazo (en cualquier momento del mismo) gestacional o de la muerte del bebé en el alumbramiento (Perinatal), o poco después del parto (neonatal).
Esta experiencia, común pero poco visibilizada, resulta ser devastadora para las madres y los padres. No hay modo de estar preparado/a psíquicamente para perder un hijo/ hija ni siquiera en el primer trimestre del embarazo al que suele caracterizárselo como el más riesgoso.
Sea cual sea el momento de la gestación en que el embarazo se haya perdido, es importante validar los sentimientos de esa familia y acompañarlos. Aunque haya sido demasiado pronto, aunque aún quizás ni hayan oído latir su corazón, en ese bebé estaban puestas muchas expectativas, ilusiones, fantasías, deseo y amor. Y todos estos componentes no entienden de tiempo o racionalidad, no son medibles, no puede darse un poco hoy y otro más adelante. Se da todo, desde el principio, desde el momento mismo en que se decide traer al mundo un hijo/hija.
Por eso es importante darle lugar a la tristeza, a la angustia, al enojo y a todo cuanto sucede después de semejante pérdida. Y es importante, si le toca a alguien, que no sos vos, que no le digas como tiene que sentirse ni frases del estilo “ya vas a tener otro”. Porque eso que se perdió, no era un objeto, estamos hablando de un hijo/a de una maternidad y/o una paternidad que no pudieron ser.
Acompañemos desde el abrazo, la presencia, el sostén. No hacen falta palabras, porque no existe una palabra que pueda representar semejante dolor. No hay categorización que haga las veces de marco o sostén para aunque sea intentar comprender o racionalizar. Hay dolor y no se puede tapar ni negar, es una pérdida que tiene que ser nombrada así como es para de ésta manera comenzar a plantear serios protocolos de atención profesional en cada maternidad y que llegue a cada persona que trabaje allí.
La salud mental materna también necesita ser visibilizada y atendida, para eso es preciso formar profesionales idóneos en psicología perinatal.
Cada persona es diferente, como lo es su apego con el recién nacido o el no nacido, y también lo es su manera de afrontar la pérdida. Por lo tanto, el aprendizaje de los profesionales para desenvolverse en estas situaciones tiene que ver con saber estar, escuchar y comprender la pena ajena. Sin embargo, hay que ser conscientes de que la intervención hospitalaria es muy recortada, y que en la mayoría de los casos solo da tiempo a prestar unos “primeros auxilios psicológicos”, que no eliminan el dolor de la pérdida pero sí facilitan el comienzo del proceso de duelo. El equipo hospitalario deberá gestionar que tras el alta los progenitores tengan unos cuidados físicos y emocionales que den continuidad a los iniciados durante el ingreso para poder asimilar progresivamente lo vivido y seguir adelante con su vida. Los profesionales deben saber que los padres nunca olvidan la comprensión, el respeto y el calor genuino que recibieron de los cuidadores, que llega a ser tan duradero e importante como los recuerdos materiales del embarazo perdido y de la corta vida de su bebé.
La muerte de un recién nacido es una situación que se ha afrontado hasta ahora negándole importancia, con bastante indiferencia. Los hospitales han tendido a minimizar el impacto que estas muertes tienen sobre los padres porque piensan que al no haber conocido al hijo, es como si no tuvieran derecho a realizar un duelo por el bebé muerto”(Alba Payàs.Psicoterapeuta).
Los duelos por las muertes perinatales a veces no son públicamente reconocidos ni socialmente expresados. La pareja se siente desautorizada para hablarlo porque no ha habido nacimiento, bautismo o entierro; el niño no tiene nombre, no quedan fotos ni recuerdos, nada que pudiera avalar su existencia. Sin embargo, el niño/a es su hijo/a desde la concepción, en la imaginación, en las expectativas y esperanzas de los padres y de la familia.
El silencio y el secretismo que rodean a la pérdida perinatal tienen que ver, entre otras cosas, con la intimidad. La mujer ha aprendido durante siglos a no hablar de aspectos como la menstruación, la sexualidad, la fertilidad, el embarazo o la menopausia más que en círculos privados y con otras mujeres. Estos fenómenos naturales se han visto envueltos en un halo de misterio y también ha sido esa la suerte de la pérdida del embarazo, que conjuga los tabúes de la sociedad actual sobre la muerte, el sexo y la reproducción.
Hay mucho camino por recorrer aun en esta conquista de los derechos de las mujeres, y creemos que hechar luz a todo lo que nos pasa como mujeres nos va a guiar hasta ese momento en que no tengamos que esconder ni minimizar nada de lo que nos acontece.
Maria Laura Barrera / Rocío Maidana Ávila
@gestandomaternidadesrosario
Doulas – Preparadoras Prenatal -Asesoras en Lactancia Materna.