“Mamás con Historias”

Trastorno del espectro autista. Después de escuchar esas palabras llore. No sabía que hacer ni por dónde empezar. Pero enseguida decidí ponerme la capa de la mujer maravilla y en un ataque de “yo puedo todo” tenía casi casi todo resuelto. Cómo si se hubiese roto algo que se podía arreglar con unos buenos repuestos. En un mes arrancamos con todas las terapias. Es un tiempo récord para los que saben lo que significa juntar los papeles para las obras sociales. Ahí estábamos. En un mundo nuevo.

Cuestionándome todo lo que había hecho como madre en esos casi 3 años anteriores. Siempre supe que había algo que estaba fuera de lugar…por eso empecé a consultar tempranamente…aunque casi nadie me tomaba en serio. Ya estábamos haciendo orientación a padres cuando un día mi cuñada me sentó con lágrimas en los ojos y me hizo un punteo de las cosas que veía en nuestro “chiquito” y me dijo que eso se llama TGD.

Yo veía todo lo que me decía pero pensaba que cada una de sus conductas tenían otra explicación, que eran bastantes lógicas. Además decir que todas esas conductas se llamaban autismo era mucho. Las personas con autismo ni hablan y “él” con 3 años hasta tenía un amplio repertorio de malas palabras. Pero ahora tenía que sacarme la duda…y así llegamos a lo que ustedes ya me escucharon contar varias veces.

Quería hacer todo y todo bien. ¿Cómo iba a equivocarme si se trataba de ese hijo tan deseado y amado?. Por esas generosidades de la vida llegamos a lo de nuestro querido “DC” Menzano, quien merece un capítulo aparte por su compromiso y calidad humana. “Vamos a tener que ayudarlo con medicación” nos dijo. ¿Que? No sabíamos que hacer. Llore otra vez.

Pero decidimos cerrar los ojos y confiar…probar…así no podíamos seguir. Y no nos equivocamos. Aunque la magia solo existe en Disney enseguida vimos cosas sorprendentes. Cómo que en vez de enojarse tanto podía llorar y aunque esto no duro para siempre pero nos dio el empujón para seguir.

Después llegó el momento que nos devastó. Por suerte pasaron tantas cosas después que mirando para atrás ya no duele. El tema era el colegio. Fede y yo, llevábamos nuestros 29 cortos años dando clases, en colegios. Sabíamos de que estábamos hablando y porqué estábamos llorando. Porque llegó la noticia que iba a necesitar acompañante terapéutico, lo que muchos conocen como  maestra integradora. Fue terrible.

Estábamos rodeados de gente buena, por lo que nunca imaginamos que el colegio donde estaba anotado desde los 5 meses y al cual nunca le ocultamos nada nos iba a dejar en la calle. Cómo si fuese contagioso, vergonzoso, peligroso y delirante. Que golpe duro fue! Confieso que me costó años recuperarme. En fin. Dios aprieta pero no ahora y pudimos entrar al Mother Goose que nos recibieron con obvias dudas pero con mucho amor. Mi agradecimiento eternos a ellos. Y en sala de 5 al Juan XXIII, donde nos siguen acompañado hasta hoy. 

Pero mi corazón me dice todos los días que no hay derecho a tener que pelear también esa batalla. La de encontrar colegio. Si. Es verdad. No es fácil para el colegio… y para algunos padres de los chicos que rodean a nuestros hijos tampoco y eso complica más las cosas. 

El tiempo fue pasando y nosotros siempre tuvimos la bandera de “lo vamos a recuperar”…cómo si se hubiese perdido algo. “Le exigen mucho”, era algo que escuche todos los días de mi vida durante muchos años. Ya no sé que pasó después, si nosotros bajamos la exigencia o si el resto entendió. El día de mañana él mismo nos lo dirá. Pero si estamos seguros que los progresos fueron muchos. Cuando le cuento que cuando era chiquito solo le gustaba ver girar el lavarropas y no le gustaba tener amigos, no me cree. Me dice que miento. Cuando le cuento cómo se mordía se ríe y después me dice que ese chiste no le gusta…

Esto es como la vida de cualquiera. Un camino. Dónde a veces llueve a cántaros, pasa un tornado, un tsunami y mi corazón se rompe en mil pedazos pero como decía mi papá “siempre que llovió paro” y después salió el sol. Ahora estamos en una etapa de sol brillante, dónde al pasar alguna nube nos deja ver qué ahí atrás siempre brilla el sol.

Un beso enorme, Vicky.

@hablemos de chicos

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *