Des-integración escolar

8 de febrero de 2010

Sr. Director:

                   De mi mayor consideración me dirijo a Ud. A fin de poder compartir una situación lamentable, frecuente y dolorosa por la que hemos atravesado.

                    Hace 7 meses diagnosticaron a mi hijo de 3 años con Trastorno generalizado del desarrollo (TGD). Mi marido y yo somos profesionales de la educación y nos hemos dedicado a tratar a los chicos que la vida nos presentó como alumnos, con la mayor seriedad, respeto y amor posibles. Por lo tanto, nos resultaba natural esperar que nuestro propio hijo recibiera el mismo trato en su educación. Pero antes que pueda iniciar su escolaridad formal, este año en sala 3, nos sorprendimos al ver que no había lugar para él en los colegios privados, acordes a sus capacidades, necesidades y nivel cognitivo. Más de 15 colegios nos cerraron las puertas.

                 Como padres nos sentimos desconcertados y sobre todo dolidos.

                 Las primeras respuestas que recibimos y entendemos, es que no hay vacante. Sabemos que es un tema complicado para cualquier chico y mucho más para quien presenta una necesidad particular, como ser una maestra integradora. (Por motivos externos a nosotros, es decir por decisión del colegio donde estaba anotado nuestro hijo previo al diagnostico de TGD, nos vimos obligados a empezar una búsqueda en octubre de 2009).

                Los colegios privados NO son los únicos responsables de esto. La burocracia estatal no colabora con un  sistema educativo abierto a la diversidad.

                Son pocos los colegios que realmente hacen integración escolar. Por lo tanto es natural que sus vacantes estén cubiertas. También sabemos que estos colegios en algún momento tuvieron la valentía y el amor de arriesgarse a emprender una tarea distinta a la que venían  haciendo. Se tomaron el trabajo de capacitarse para poder brindar una mejor educación a todos. Estos chicos, con TGD o con cualquier otra característica que necesite integración, porque su nivel cognitivo es normal y su principal dificultad se encuentra en lo social, ya VIVEN, tienen un nombre, un apellido, una familia… un corazón que late. Sin embargo, parece no haber lugar en el sistema educativo para ellos.

             ¿Hasta cuándo? ¿Qué derecho tenemos los adultos a decirle no a un chico que necesita desplegarse como cualquier otro? A nosotros como padres nadie nos preparó para tener un hijo con  TGD, ni con ninguna otra dificultad. Pero existe. Está vivo. Y con mucho amor lo acogemos, sabiendo que nos vamos a equivocar. Pero esto no nos da el derecho a paralizarnos, aunque tengamos  miedo a lo desconocido y decir NO. Es este el motivo por el cual no puedo entender que la gran respuesta por parte de los colegios sea “ nos encantaría, pero no estamos preparados. “Nosotros tampoco estábamos preparados”…Y asumimos el riesgo como primeros responsables. No buscábamos un colegio que sepa qué hacer con nuestro hijo porque muchas veces ni siquiera nosotros lo sabemos. Buscábamos un colegio que lo recibiera con amor, que este dispuesto a caminar con nosotros.

                 Me esfuerzo por vivir los valores que quiero transmitir a mis alumnos, y por eso vivo en la verdad. No puedo presentarme a un colegio, como me propusieron  varias veces, y ocultar lo que pasa, por más que se, que si así lo hubiéramos hecho, no hubiésemos tenido que pasar por todo esto.

                 Cuestionar el nivel académico, de inglés o deportivo de un colegio, es un lujo que no tiene lugar en mi vida. Solo basta una pregunta ¿hay vacante para un chico con integración?.

                  Los chicos son transparentes, abiertos a la diversidad y aceptan las cosas que se les presentan sin cuestionarse, no guardan rencor y miran al mundo con los ojos amorosos de Dios. Ojala nosotros podamos imitarlos.

                  Nuestro hijo es un chico inteligente, bueno, transparente, educado, agradecido, lleno de vida y sobre todas las cosas es “cada día más amado por nosotros “.

                  Esperamos confiados que todas las puertas que se cerraron para él, puedan abrirse para que otros tengan las mismas posibilidades que tienen hoy miles de chicos que no presentan dificultades tan concretas.

                  En nuestro país 1 de cada 150 chicos nace hoy con TGD. ¡¡¡Reflexionemos!!!

                  Sin más, me despido agradeciendo que esta carta llegue a quienes toman las desiciones acerca del futuro de nuestros hijos.

                                                                    Clr.  Victoria Gonzalez Pondal

                                                                                                        vgonzalezpondal@gmail.com

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