Alimentación en la lactancia APLV

Los primeros meses de vida de un bebé son un período crucial para su crecimiento y desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, ya que la leche materna contiene anticuerpos que aumentarán la inmunidad adquirida de forma pasiva por el bebé y lo protegerán contra determinadas infecciones.  Lo habitual es que los bebés desarrollen síntomas alérgicos cuando se les alimenta en exclusiva con leche materna en menor proporción.

La alergia alimentaria se ha reconocido en los últimos años como una enfermedad frecuente, parte del diagnóstico diferencial ante una diversidad de presentaciones clínicas. Su prevalencia se ha duplicado durante el último siglo, y solo en la última década se estima un aumento de 20%,. En cuanto a la prevalencia real, varios análisis muestran una brecha importante entre las reacciones percibidas como alérgicas por los pacientes/padres y las confirmadas como tales, lo que puede redundar en sobrediagnóstico. El estándar de oro del diagnóstico es el test de provocación oral (TPO). Dadas las dificultades que este implica en la práctica clínica, el TPO abierto se ha constituido en la alternativa diagnóstica real que debiera practicarse de rutina. Estudios de prevalencia utilizando TPO, muestran una prevalencia de alergia a la leche de vaca del 3%, al huevo del 1,7%, a los pescados y mariscos cercana al 0,3%, con una prevalencia global en la edad pediátrica del 4% y del 2% en adultos.

Las proteínas de leche de vaca son los antígenos que con mayor frecuencia producen sensibilización en el lactante, ya sea a través de la leche materna o por la ingestión directa de fórmula.

Cuando a una madre elige amamantar a su bebé con diagnóstico de APLV, se le recomienda que elimine los lácteos de su dieta, usualmente es por un problema que puede ser causado por la proteína que contiene la leche, no por intolerancia a la lactosa. La leche humana está llena de lactosa, y la naturaleza se asegura que los bebés y niños pequeños puedan digerirla.  Las moléculas grandes de proteína  de la leche de vaca, por otro lado,  pueden pasar a la leche humana casi intactas y estas partículas pueden incomodar a un bebé sensible. Si un bebé es diagnosticado con Alergia a la Proteína de Leche de Vaca (APLV), puede tener síntomas como cólicos, silbidos al respirar, vómitos, diarrea (incluyendo diarrea con sangre y/o moco), estreñimiento, sarpullido, eczema y/o la nariz congestionada).

La indicación cuando existe la sospecha que el bebé pueda ser sensible a la proteína de leche de vaca, se basa en excluir de la dieta materna, los lácteos y derivados.

Puede demorar hasta 21 días o un poco más que la proteína de leche de vaca se elimine completamente del organismo materno de modo que es mejor esperar dos o tres semanas para evaluar los resultados. Algunos bebés reaccionan bien si eliminas los productos lácteos como leche, yogurt, queso, crema y helado; otros no mostrarán mejora a menos que elimines incluso las trazas de proteína de leche de vaca, así que puede ser necesario tener en cuenta la lectura de las etiquetas de todo lo que se consume a fin de eliminar las fuentes ocultas.

En el caso que la mamá elija no amamantar o por distintos motivos la lactancia materna no sea posible, existe la alternativa de alimentar al bebé con fórmulas infantiles elaboradas en base a proteínas de leche extensamente hidrolizadas o con aminoácidos esenciales, lo que reduce significativamente la posibilidad de producir reacciones alérgicas en bebés susceptibles.

La mayor parte de los bebés superan su alergia alrededor de los 2 a 3 años, si se comprueba la superación completa de dicha alergia, se podrán volver a incorporar los lácteos en la dieta materna cuando se destete completamente.

Al eliminar los lácteos de la alimentación materna, existen varias alternativas para incorporar calcio a través de otros alimentos tales como: el brócoli, la col berza, el kale, bok choipak choi, semillas de sésamo molidas, la melaza negra, almendras, nueces de Brasil, sardinas o salmón enlatados (con espinas blandas), naranjas, higos secos.

Igualmente en la mayor parte de los casos se indica suplementación con calcio medicamentoso a la mamá que amamanta a fin de asegurarse la ingesta adecuada según sus requerimientos.

La importancia del trabajo en equipo en el abordaje de la Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca como de todas las alergias alimentarias, constituido por pediatra, gastroenterólogo, alergólogo y nutricionista infantil es primordial a la hora de implementar un tratamiento y seguimiento que resulte exitoso a largo plazo tanto para la mamá como para el bebé o niño/a.

Lic. Mariana Pérez

@mp_nutricionsaludable

mpnutricionsaludable@gmail.com

Fuente imagen: El Imparcial

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