El Amor y la calma inician la construcción de la subjetividad

Nacimiento y Primer mes de vida

El nacimiento remite a un encuentro inaugural con la ternura.

Durante los primeros días y el primer mes de vida las vivencias del bebé se dan en un marco ya inaugurado por el nacimiento, tienen características propias y de gran indiferenciación con la mamá.

No existe para el bebé el mundo exterior. Durante este período, toda percepción marcha a través de los sistemas interoceptivos (estímulos o sensaciones que provienen de los órganos internos del cuerpo humano) y propioceptivos (receptores y nervios que informan sobre estados y necesidades). Las respuestas se producen según la percepción de las necesidades comunicadas por estos sistemas.

Los estímulos de afuera, son percibidos sólo cuando su nivel de intensidad excede el del umbral de la barrera contra el estímulo. Irrumpen a través de dicha barrera, rompiendo la calma del bebe, que reacciona con desagrado. Estas respuestas de displacer pueden observarse desde el nacimiento. Y es la mamá o quien ejecute la función quien se encarga amorosamente, de devolverle la calma perdida.

Freud, con la prudencia científica que lo caracterizaba, afirma que al nacer no hay consciencia, que el llamado trauma del nacimiento no deja ningún recuerdo; que “el peligro del momento de nacer no tiene todavía contenido psíquico”. Por lo que no hay una reacción traumática. La reacción es pasajera y muy lejos de ser violenta, durando sólo unos cuantos segundos. Inmediatamente después del parto, el bebé muestra una breve angustia respiratoria y manifestaciones de excitación de matiz negativo. Si se lo calma, todo esto desaparece en cuestión de segundos, dando paso a una quietud total. El llamado “trauma del nacimiento” al que dieron tanta importancia algunas teorías no es tal. Es un breve estado de displacer, pasajero y sin relevancia emocional y afectiva. (Spitz 1947)

¿qué de las emociones en un bebé recién nacido?

Investigaciones muestran que durante las primeras horas y hasta durante los primeros días de vida, no se pudo captar más que una manifestación de”algo que se asemejaba a una emoción”: tal es el ejemplo del llanto al nacer, dado por una nalgada de la obstetra para acelerar el comienzo de la respiración. Ese acontecimiento responde en gran parte a razones mecánicas, como el comenzar a respirar, y en una proporción menor, a un estado de displacer.

Entonces, cómo va el pequeño codificando el mundo exterior, entre tanta interioridad en la que vive y comandado por sus necesidades internas. Como construye el mundo donde está la mamá, el papá y los objetos de afuera de su mundo.

Podemos decir que hay al inicio de la vida, modalidades no visuales como el tacto, el oído, el olfato y otras menos conocidas, llamadas modalidades sensoriales, con las que se arman sistemas de códigos, cargados de preceptos sensoriales significativos, signos y señales que le darán calma o desesperación. Por ejemplo: sentir el olor de mamá calmará a un bebé desenfrenado por estados de tensión interna proporcionados por dolores de estómago, incomodidad con sus pañales, malestares, hambre, sueño, etc. Estos signos y señales formarán una enmarañada red de rastros gravados en su memoria a partir de los cuales se formará la imagen del mundo. Gracias a esta imagen, se ira resolviendo cada situación que se presente. En algunas se hará de una mejor manera que en otras. Lo que quiero dejar aclarado es que se rige por su patrón: según la experiencia: positiva o negativa, placentera o dis-placentera.

Luego la visión irá aportando otro modo de interpretar la realidad que lo rodea. Los estímulos visuales tendrán poco a poco, significación. Eso ocurrirá a partir de los seis meses de edad, y no se darán por sí mismos, sino que el bebé ira codificando estímulos visuales en la medida en que sea una experiencia significativa, de manera que se construya en una señal, a la que se agregaran otras señales para construir la imagen coherente del mundo que lo rodea.

Durante los primeros tres meses, el bebé para protegerse de fuertes estímulos del mundo exterior pasa gran parte del día durmiendo y además, posee ciertas barreras en sus estaciones receptoras que actúan filtrando los estímulos y la elaboración mental de los estímulos que llegan se desarrolla gradualmente durante muchos meses, en razón directa con la capacidad de madurez del pequeño para la acción voluntaria.

Es la mamá también quien filtra para protegerlo del exceso de estímulos: la cuna, la canastilla, la tibieza del ambiente, las luces de sueño, la camita protegida, el moisés, las ropa; todo y más sirve para resguardarlo. Además de proveerle los medios para calmar sus excitaciones provenientes de su interioridad corporal: cuando tiene hambre, frío, calor, malestares, aliviando en la medida de lo posible esa tensión.

Lic. Andrea Biagiola

M.P. A 3101

andreabiagiola@hotmail.com

@ lic.biagiolaandrea

Cel. 03571 15570368

Imagen Fuente: Diario La Opinión- Cúcuta

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